En busca de la excusa...

NEGÁNDOME A BLANDIR MI ESPADA, COMO SI, POR SER EL ÚLTIMO JINETE, TUVIERA EN MIS MANOS EL PODER PARA DESENCADENAR (O NO) EL APOCALIPSIS. EVIDENTEMENTE, EL FIN DE LA HISTORIA NO DEPENDE DE MI, PERO SIGO CABALGANDO POR EL MUNDO, NEGÁNDOME A ACEPTAR QUE NO EXISTE UNA PERSONA BUENA POR LA QUE MEREZCA LA PENA SALVAR DE LA QUEMA AL RESTO, COMO EN SODOMA Y GOMORRA...ASÍ QUE, CADA DÍA QUE APARECE ALGUIEN, MI MUNDO CONSIGUE UN DÍA DE VIDA MÁS.

18 diciembre 2011

Las mujeres que aman demasiado


Se levantó con un dolor agudo en el pecho, como cuando una carrera de diez kilómetros quiebra unos pulmones poco acostumbrados al esfuerzo. Desde pequeña le habían dicho que tenía que aprender a respirar. Monótona tarea la de inflar y desinflar para luego volver a empezar sin encontrar apenas beneficio. Pero estaba acostumbrada a ese dolor. Hacía años que lo identificaba con el hecho de estar enamorada. Su amiga Marie le había dicho que eso no era amor, pero !que sabía ella! Llevaba ocho años casada con un empresario por el que parecía no sentir nada, nada parecido al pulular de mariposas anidando en los intestinos, al nerviosismo que precede a una llamada, a ese dolor agudo en el pecho que le dice que algo va mal pero que es indicador de lo mucho, muchísimo que ella lo amaba. Marie no tenía ni idea de lo que era desvanecerse de pasión en los brazos de un amante, de perder la noción de las horas a su lado. Marie no tenía ni idea y, sin embargo, decía ser feliz... bah! Y ella, ella se sentía a ratos en el cielo y la mayor parte del tiempo en el infierno, pensando siempre que todo aquello era un precio justo por el hecho de haber encontrado el amor. Que demonios sabía Marie! Marie escogió a un hombre aburrido, se casó con él, se fueron a vivir a una casa que compartían con un gato y estaban pensando en tener hijos. Pero Marie nunca estaba pendiente de aquel hombre, no lo mimaba como hubiera hecho ella, ni le escribía cartas hablándole de sus sentimientos, ni sentía celos, ni sufría por amor. Marie simplemente convivía con un hombre con el que todo era demasiado... fácil.
Ella prefería su dolor en el pecho, el exquisito dolor del amor, el aturdido enjambre de abejas descarriadas por un despecho, amanecer cada día esperando la felicidad por dedicar su vida y sus momentos al hombre objeto de sus obsesiones. Aquello sí que era amor, aquel tormento de sentimientos y atenciones que la hacían sentir viva y entregada. Tan dedicada, tan obsesionada, tan entregada, tanto, tantísimo amaba que quizás a veces, como alguna vez dijo Marie, pareciera demasiado.

10 noviembre 2011

Ni siquiera espera


Sabía que te escondías tras los cristales opacos de aquella ventana. Durante días, auscultabas mis movimientos pretendiendo no ser descubierto y, sin embargo, yo siempre supe que estabas allí, escondido tras tus miedos. Solía pararme al sol, junto al almendro que plantó tu abuelo y bajo el que jugábamos de niños. Allí esperaba paciente a que decidieras salir de tu escondrijo, paseaba mis cabellos entre los suspiros del viento invitándote a bailar con ellos entre tus dedos. Fingía esperar a mi hermana, a sabiendas de que nunca vendría, porque ninguna de las veces ella supo que tenía que hacerlo. Fingía enfurruñarme por su tardanza y vagaba por el jardín brazos en jarra y mirando el reloj, haciéndote ver que las horas pasaban sin que en ningún momento te atrevieras a salir. Al final tenía que irme, imaginando que quizás entonces lamentabas no haber salido y por eso volvía al día siguiente y al siguiente y al siguiente, durante ¿semanas? ¿meses? ¿años? Nunca logré comprender por qué lo que de niños fue tan natural, de adultos suponía tan tremenda hazaña. Un día no volví y entonces recibí una carta tuya, contándome historias de viajes y culturas, imaginadas, tal vez, en la oscuridad del cobertizo del cual me observabas. Habías crecido, me dijiste. Te habías perdido, pude entrever. Te respondí fingiendo la vuelta a casa, dándote la fecha exacta de mi regreso, el día elegido para volver junto al almendro del jardín a dejar que mis cabellos volvieran a suspirar a ritmo del viento. Y volví, en el preciso instante señalado y allí estabas, plantando junto al almendro un ciruelo diminuto. Sonreíste ampliamente, me dijiste que te alegrabas de verme y me deseaste suerte con mi nuevo libro. Te vi alejarte balanceando tus andares hasta entrar de nuevo en el cobertizo. Entre las rendijas de las roídas contraventanas pude adivinar de nuevo tu mirada. Me recogí el pelo, di media vuelta y me aleje oculta tras el almendro. Quizás pude oler tu desconcierto pero era demasiado tarde: mi futuro llevaba demasiados años esperándome.

01 octubre 2011

En tus ojos


      Te miré a los ojos desde la distancia, sin que me vieras, agazapada tras las cortinas de mi miedo. Mirabas atentamente cualquier aquello posado ante ti. Clavabas tus ojos en sus vestiduras como me hubiera gustado que los clavaras en mí.
He dejado de desearte salvajemente. Ya no quiero desnudarte en cualquier parte, rasgarte la camisa y hacer saltar los botones. Ya no quiero eso. Ahora quiero mirarte largamente, sólo mirarte, esperar a que tu sonrisa se abra, libre de dolores antiguos y se dirija solamente a mí. Entonces te devolvería la mía, libre también de antiguas pesadillas y solo querría mirarte, largamente mirarte, siquiera sin que me hablaras, sólo necesito tus ojos para escucharte…
Ahora no quiero tirar de tu cinturón, no quiero morderte el cuello, no quiero revolcarme contigo en un torbellino de desenfreno, no quiero, hoy no quiero hacer eso. Hoy quiero abrazarte, sentir tu cercanía, ver caer el sol con tu mirada calentando mis sueños, con tus brazos acunando mi deseo. Hoy no quiero desatarte, ni desatarme, ni que nos atemos, hoy solo quiero sentir que respiramos el mismo aire, hasta que se agote, hasta que te marees por la falta de oxígeno y, entonces, solo entonces, insuflarte el soplo de aire fresco que guardaba para ti y así reanimarte. Y fundirme contigo en un ciclo de aire común que nos mantenga vivos y unidos, hasta que se acabe, cada vez más lentamente. Hacer el amor así, como si faltara el aire, como si el esfuerzo acortara el placer y pretendiéramos alargarlo hasta lo indefinido. Hasta respirar anaerobio, para volver semiinconscientes los sentidos sin perder el control, con la percepción de la última vez, con la incertidumbre de la primera...


27 septiembre 2011

Mientras sonríes



En el desierto de mis indecisiones surges de la nada, cual oasis y me sonríes. Sencillamente, sonríes y tu sonrisa abre una ventana, el balcón de las ilusiones, la puerta de las esperanzas, la luz de las más oscuras tinieblas. Cuando ries el mundo parece otra cosa, quizás… incluso algo bueno, un despertar de desengaños y desalientos, el amanecer de la primavera. Puede que no haya nada que pueda escribir que de la sonrisa no se haya dicho ya. Puede que no haya nada que pueda sentir que por una sonrisa no se haya sentido ya. Puede que no haya nada, absolutamente nada en este mundo que no se haya dicho, escrito, cantado o sentido ya: que tus ojos son el umbral de la luz, que tu voz el sosiego de mis desvelos, que tu descanso la esperanza en flor, que tu risa… el despertar de la ilusión. Y puede, amor, que no sea nuevo decir que será para siempre, que por mis venas corren tus pálpitos como si caballos fueran, que no mariposas, amor y que en mi estómago se embrutecen los sobresaltos convirtiéndolos en tornados que se deshacen únicamente cuando me rodean tus brazos, amor. Sin embargo, la despedida no es un dolor tan dulce, la despedida son dagas envenenadas y empuñadas con saña que atraviesan mis sentidos dejando el sabor en las manos y el tacto en el paladar, ensordeciendo mis oídos arrastrándolos anulados hasta mi estómago, cegándome los ojos y taponando con ellos el corazón. No, decididamente, la despedida no es un dulce dolor. No quiero despedirme hasta el amanecer para volver después o para no volver nunca. No quiero decir buenas noches. Quiero dormir entre crepúsculos sin que sean tus palabras, sino tu sonrisa, la que me despida cada noche y cada amanecer me de los buenos días… amor…

13 septiembre 2011

Ilusión


Ver aparecer el sol tras la sombra de la montaña,
sentir la lluvia en la piel cuando hace calor,
encontrar la moneda que necesitas para el carro de la compra,
recibir la llamada que esperas diciéndote justo lo que quieres oir...
recibir una llamada que no esperabas diciéndote justo lo que necesitabas escuchar...

Abrir los ojos y darle los buenos días al amanecer, un hola a un mundo que se estrena cada mañana, que se limpia con las gotas del rocío, que se bendice con los primeros rayos del sol.

Conseguir cuadrar la agenda con los amigos que quieres ver, con las cosas que quieres hacer, con los sueños que quieres cumplir…

Poner la tele justo cuando empieza tu serie favorita,
encender la radio cuando suena tu canción,
leer en un graffiti una frase que nunca olvidarás,
escuchar de labios de alguien las palabras que anhelabas.

Sentir la esperanza como si formara parte de tu atuendo, iluminando los colores del ánimo a su paso...
despertarse con el olor del café,
descubrir que el universo sigue vivo… a pesar de todo...y más increíble, cada vez...

08 septiembre 2011

Desesperación

Se derrama en las entrañas, como si fueran gotas de sudor trabajado, de esas que resbalan por la sien refrigerando acaso las ideas... o acaso no. Hoy solo duermes, o solo quieres dormir porque en tus sueños el sudor si que refresca y nada se derrama, nadie se desparrama, nada consigue descomponer el puzzle del interior. Bramando, al aire, al cielo, al sol. Esperando ver pasar angustias para decirles adiós, aunque ellas se quedan, sin pedir permiso, sin dejar espacio a la esperanza. Hazme sonreir, cuéntame algo que me deje ver más allá de las nubes, algo que me diga que existe la ilusión, que caminar es seguir un sendero que lleva a alguna parte. Háblame, un discurso minúsculo que me haga olvidar un instante las pesadas cadenas que al anochecer arrastro. O, mejor, olvídame tú, para que pueda ser yo quien diga adiós sin que me eches de menos, sin que lamente sentir dolor por haber decidido que no volvería a tu lado, porque ya se hizo demasiado tarde, porque ya me cansé de sentirme así.

07 septiembre 2011

Extenuación

Se adormece... murciélago colgado al amanecer. Se apaga... luciérnaga varada entre rayos de sol. Se termina... el vuelo de un ave al que cortan las alas. Desvaría, como si fuera la primera vez, la única vez que se ha sentido triste. Se asoma a la ventana y respira hondo. Ve asentarse lentamente la noche y gime doloroso el encuentro con su extravío. Desvaríos, sonidos perecederos de la tempestad que precede a la calma, maldito karma... testigos astrales del ascendente, sombríos augurios de un desesperado futuro. Y un nudo, que rueda desde la garganta a la boca del estómago, desde el centro del entrecejo hasta el perineo, allí donde todo acaba, donde acaba todo... donde la raiz se entierra en la tierra, donde la sedienta simiente bebe del agua de la vida. Agua... destellos alados del levitar, armarse de valor para sumergirse en los pensamientos, ahogarse en penas saladas costradas de mar y amar, amarse a uno mismo desde hoy y para siempre, sin esperar nada, sin acercar nada, sin alejar, alejarse, sin llorar... caminando sin pedir permiso a tus pasos, un pie delante del otro, para no olvidar el recorrido, para no doblar el cuerpo cuando el peso no se soporte sobre los hombros cansados. Hastío, agotamiento... agarrotamiento... desazón, sin razón... desesperanza... dolor...

03 septiembre 2011

Despertar


Y si un día te pierdes, jinete, no confieses nunca que no conoces el camino. Finge que cogiste un atajo o que te desviaste para gozar del paisaje. Miente sobre tu destino, fantasea sobre tu procedencia, anula cada vestigio de miedo que el depredador pueda llegar ni tan siquiera a olerte. Otea el camino, al caer la tarde, cuando queda definido el oeste y empieza a brillar la estrella polar. Sigue entonces el sendero que marquen tus sueños, que no tus pasos, porque tus pasos te llevarán donde digan los pensamientos, pero tus sueños, jinete, ellos te llevan allí justo donde quieres estar. Y no olvides nunca borrar tus huellas del camino, para que ni tan siquiera tu caballo sepa volver atrás. Cabalga sin prisa disfrutando a cada paso porque lo que buscas, jinete, puede estar en el próximo recodo del camino. Buen viaje.

01 septiembre 2011

Frío



A veces parece que ha llegado el invierno sin que apenas haya arrancado el verano. De repente el frío le cala los huesos y corre a refugiarse en una manta o en varias hasta que desaparecen los temblores, si es que acaso desaparecen y es entonces cuando se pregunta cuándo dejará de tener frío estando a cuarenta grados. Y sus preguntas nunca nadie las responde porque las formula en silencio, al universo, como si los astros se dignaran alguna vez a responder las preguntas de una simple mortal. “!Vana ilusión!”- se aflige. Y continúa mirando al cielo esperando quizás por fin una respuesta, al menos un susurro en el horizonte que calme aquel malestar. Hoy ha vuelto a sentir frío. Empezó, como siempre, con un ligero escalofrío en la espalda al que siguió la punzada del pecho, allí donde alguna vez hubo alojado un corazón. Ahora ya no estaba, se había hecho añicos, una tarde cualquiera de verano, de esas que sin avisar se vuelven invierno, helando cada suspiro que encuentre a su paso. A veces piensa que el corazón se ha hecho puré y se ha escurrido hasta llegar al intestino delgado y es por eso que, en ocasiones, tiene retortijones: a su aparato digestivo, definitivamente, le sentaba mal un corazón en mal estado. Pero otras veces pensaba que seguía estando donde siempre estuvo, solo que podrido y es por eso que le daba una punzada cuando llega ese invierno que siempre la coge desprevenida.
Había visitado al menos a la mitad de los endocrinos, estomatólogos y digestivos que había encontrado en la provincia, pero ninguno de ellos conseguía averiguar el porqué de su mal. El endocrino la mandaba al cardiólogo, este al neurólogo y el último al estomatólogo y entonces vuelta a empezar.
“Pero, ¿dónde le duele?”. Ella se ponía una mano en el pecho y la otra en la boca del estómago para intentar expresar que, en realidad, no conseguía averiguar de donde venía aquella dolencia.
Otras veces pensaba que sólo era hambre y entonces comía y comía pretendiendo paliar su aflicción. Estas eran las mejores veces porque entonces sabía, a ciencia cierta, que había una afección en su cuerpo que provenía del aparato digestivo. Se daba masajes en el estómago contando que algo le había sentado mal y esperaba varios días a que desapareciera la molestia. Y, al menos por esos días, dejaba de pensar que puede que en su pecho no hubiera un corazón podrido, sino, simplemente, vacío.

30 agosto 2011

Metaliterario... amor


¿Por qué no consigo teclear nada cuando quiero escribirte? Las palabras se atropellan entre mis dedos, tachándose las unas a las otras para no leerse entre sí. Me zumban las tuyas en los oidos, todas aquellas que dices que no dicen nada, que nunca quieren decir nada y, por tanto, es mejor no oir nada, absolutamente nada... Pero las palabras se agolpan ahora en la boca de mi estómago y pelean entre ellas para ser la primera en salir hasta que una se detiene, se retrae y las demás caen en la cuenta de que tampoco deberían salir y entonces todas y cada una de ellas vuelve a mi estómago demostrando que es posible indigestarse únicamente de palabras... un cólico de fonemas que no han conseguido digerirse... 

Lamentable, me digo, y entonces busco una canción, pero las melodías que encuentro solo cuentan cosas tristes, de las que no te gustan, de las que siempre me rechazas dejando mis sonidos desamparados, de nuevo sin palabras, mudos.
Ya, ya lo se, estoy desvariando de nuevo, como tantas otras veces, pero ya no importa porque he dejado de intentar hablar contigo, así que, ahora que ya no escuchas, que no lees, de repente me salen todas las palabras, se desparraman sobre el papel, se escurren entre mis dedos como impregnadas de mantequilla y me dejan sentir todas las cosas que siempre condenas al vacío. Y sí, también lo se, se que salen desordenadas y desfilan cada una por su lado, apenas inteligibles empujadas por cada uno de mis anhelos. Y ya te digo que a estas alturas da igual. Total, tu hace tiempo que no estás escuchando...

Y, una vez más, después de esta noche, cuando ya me canse de escribir, cuando deje de hablarle al silencio y escuchar canciones tristes, volveré a guardar todas mis palabras, por si acaso la próxima vez consiga escribirlas, por fin, en algún rincón de tu retina.

25 agosto 2011

14 julio 2011

Perpetuo


Perpetuidad. Duración sin fin. Durante toda la vida o para siempre.
Siempre. En todo o en cualquier tiempo o momento.
Momento. Espacio de tiempo muy breve en relación con otro.
Perpetuidad. ¿Instante en cualquier tiempo? Un espacio de tiempo muy breve que dura toda la vida... como la soledad, como la nostalgia, como la dependencia, como el desamor...

Amor. Conjunto de sentimientos que ligan una persona a otra, o a cosas o a ideas...
Sentimientos. Parte del ser humano opuesta a la inteligencia o razón.
Razón. Facultad del hombre de pensar o discurrir.
Amor. Conjunto de partes del ser humano opuestas al pensamiento ¿si pienso, no amo y si no amo, pienso? ¿Acaso no puedo pensar que amo? No, no puedo. Decía una frase que en el momento que te paras a pensar si amas a alguien has dejado de quererle para siempre. Ausencia de amor facilita el pensamiento.

Desamor. Falta de amor o afecto por una persona o cosa. ¿Falta de amor = pensamiento? ¿Si pienso pasa el tiempo? ¿Si pasa el tiempo deja de haber momento? Sin momento no hay para siempre y sin siempre no hay perpetuidad. Entonces será imposible que el desamor sea perpetuo. ¿o no?

19 junio 2011

Llueve fuera


Espera, no te levantes todavía, escucha: Hoy está lloviendo y no quiero que te enfades. A ver, abre los ojos, escucha, ¿oyes? Llueve. ¿Has oído alguna vez melodía más preciosa que la de la lluvia? No te pongas triste, también tiene que llover. ¿Qué importa mojarse si después sale el arco iris?
Recuerda que mañana es navidad, así que esta noche no nos toca con los niños, pero podemos salir a cenar tú y yo, o podemos ir a bailar. Un baile lento, como cuando éramos novios. Yo ya lo tengo todo listo para mañana. No digas nada, a mi me gusta y ya está todo preparado. Y esta noche la pasamos juntos, tú y yo, y, después de cenar, si quieres, podemos pasear por la ciudad, que ya habrá dejado de llover y está tan bonita con todas esas luces… Seguro que hay coros de chiquillos cantando villancicos. Recordaremos cuando los niños eran pequeños y les enseñábamos a tocar la pandereta junto al fuego, mientras asábamos castañas. Escucha, no estés triste, mañana vienen con el chico, tendremos a Pablo correteando por la casa, abriendo todas las puertas de los armarios y desordenando tus libros, mientras tú refunfuñas. Yo se que no es en serio, porque a ti te encanta que Pablo desordene tus libros, incluso que los garabatee, no me digas que no. Si, ya se, ya se que no quieres que los rompa, pero yo estaré pendiente, no te preocupes. Hoy no quiero que te enfades, escucha: Podemos quedarnos en casa todo el día, tú me lees algún cuento y yo… me pierdo en tus historias. ¿Quieres? A medio día, nos tomaremos un puchero calentito y después podemos ver una de esas películas absurdas que tanto te hacen reír, para que olvides que fuera sigue lloviendo. Hacia las ocho nos ponemos guapos y salimos a cenar. Ya he reservado donde te gusta, donde ponen el cordero como a ti te gusta. No tenemos que llevar el coche, le diré a Marcos que nos lleve y a la vuelta podemos coger un taxi o venir caminando, que seguro que hace una noche preciosa.
No estés triste, escucha: acuérdate que cuando nos conocíamos llovía y tú pedías que lloviera aún más para que anularan mi vuelo. Acuérdate que, a veces, nos ha servido de excusa para escaparnos de algún compromiso y estar en la cama todo el día.
Mira, mañana vendrán los niños, con el chico y Nena embarazada y he preparado un montón de cosas ricas, de las que te gustan a ti y a ellos. No tienes que cantar villancicos, pero habla con el niño, así cuando nazca Julia, Nena le dejará que nos la traiga.
Y, en año nuevo, nos iremos a ver a mi hermana y su nuevo nieto, que dicen que se parece mucho a mi madre.
Ya verás, Luis, ya verás como mañana conseguimos que Pablo te llame abuelo.

(Reeditado. Escrito en nov 08)

13 junio 2011

Pienso...te


Te pienso… te huelo entre mis ropas, te distingo entre recuerdos que juegan a esconderte. Te siento cerca y te veo, a lo lejos, te aturullas en mis sienes peleando por mostrarte y de nuevo te ocultas en mis sabores, arropándote en mi paladar… te relames en mis labios aspirando mis ahogos, te revuelves en mi oído atento a mis suspiros, tus latidos… al son de mi pálpito, de mi movimiento, de la sinrazón que huye de mí buscándote allí, de nuevo en mi memoria. Te pierdo…te persigo insaciable pretendiendo agotarte con mi aliento, enredados en el desespero de un final anunciado. ¿Agotado? Háblale, ser, a  mi piel. Cuéntame, ser, con tus manos. Deséame, ser, con tus ojos. Ocúltame, ser, tu anhelo, para que evite no olvidarme que te sigo viendo allá, a lo lejos, mientras te siento aquí, sobre mis pies, ahuecando mi deseo para que descanse en ti, ser, y me libere de tu apego, el que persigue mis noches vacías de desenfreno. Me freno… pero tiemblo… y vibro…  y me estremezco… y a media luz, enterrando mi sentido en el aliento perdido, te encuentro y entonces vuelvo a pensarte para de nuevo olvidarte mientras duermo… ¿O es que acaso, ser, también te sueño...?

17 mayo 2011

Rimas XVII

 

Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...,
¡hoy creo en Dios!

15 mayo 2011

Mientras la tramontana. 2ª parte


       Durante la noche el viento no dejó de soplar. Erin podía imaginar los torbellinos enredados sobre los avellanos solitarios del parque. Pensaba en Isabella, peregrina en la mar, reposando sobre algún lejano arrecife con sus rojos cabellos enredados entre gorgonias. Imaginaba en su barco a Don Pedro, asido a la masa salada ¿Acaso pueden echarse raices en el agua? Hace unos años había creído sentir lo mismo y, sin embargo, se despidió de su familia sin una sola lágrima. Abrazó a sus hermanos, sonrió a sus amigos, miró a su madre inmóvil a los ojos y se marchó sin un sólo paso atrás.
El viento silbaba moviendo los tejados y las aguas. Pintaba en el cielo lienzos abstractos de vivos colores que se emborronaban en gris y se disolvían rizados junto a gotas de lluvia salada, resecando el ambiente y los ánimos dormidos de Erin.
Al amanecer, el oleaje se había llevado parte del arenal que reposaba a lo largo de la costa de Cadaqués, las barcazas más humildes habían quedado despedazadas contra los atracaderos que rodeaban la población. El mar se enturbió y el azul turquesa predominante en aquellas aguas dio paso al verde apabullado de marrón. Aquella mañana muchos barcos de pesca decidieron no salir a faenar. Erin sabía que en aquellas circunstancias era una locura sacar el kayak. Así que hizo lo que debía: preparó su equipo, montó la piragua en su 4x4 y se fue al bar de Jaume a desayunar, como cada vez, antes de partir hacia cala Joncols. En el bar le contó al Jaume su aventura del día anterior y su encuentro con Don Pedro. Jaume dejó atónito el vaso al que llevaba dos minutos sacándole brillo.

- Erin- le dijo- Don Pedro enloqueció cuando murió Isabella. Nunca terminó de construir su segunda falúa. Acabó interno en un geriátrico donde llevaba a duras penas el dolor de su pérdida. Me contaron que desapareció hace una semana, alguien le oyó balbuceando que podía oler la Tramontana y tenía que irse. Están buscándolo desde entonces, han rastreado todo el parque de Creus, pero nadie lo ha visto. No puedes coger tu piragua con este viento Erin, !Erin!-gritó-.

Pero Erin ya corría hacia su coche y corrió por aquella carretera llena de curvas en dirección a Roses, mal aparcó en lo alto del acantilado de Cala Joncols y corrió sendero abajo, sorteando las rocas, los pinos y alcornoques, los brezos que poblaban la montaña y corrió hasta la orilla de la playa buscando el Isabella. Extenuada por el esfuerzo se dejó caer en mitad de la arena, escudriñando el horizonte buscando algún indicio de su historia, de Don Pedro, del Isabella, pero su sentido sólo le devolvió la imagen gris del cielo reflejado en la mar. La Tramontana empezaba a soplar de nuevo y Erin aceptó que debía irse. Al girarse para comenzar el ascenso a la montaña, un destello rojizo surgió de un extremo de la playa. Creyendo ver una estrella de mar, se encamino en aquella dirección para devolverla al lugar a donde pertenecía. Al acercarse, comprobó que el destello rojizo eran los cabellos mojados del cuerpo desnudo y sin vida de una mujer. Temblando acaso por el viento frío, quizás por la conmoción, se quitó el anorak para cubrirla y, al hacerlo, descubrió en su cuello un objeto que reconoció: colgado de una fina cadena de plata, destellaba el nácar incrustado en una cruz de coral negro. Erin rompió a llorar.

14 mayo 2011

Mientras la tramontana. 1ª parte


         Cuando empezó a soplar la Tramontana, Erin supo que no era cierto que en el Mediterráneo no hubiera corrientes ni mareas, como le habían contado. Llegó a Girona huyendo de los tornados de su tierra y de su vida y ahora estaba metida en un buen lío. Había salido, como muchas otras veces, a palear con su piragua por las calas de Cap de Creus y hoy le había sorprendido aquel viento frío agitando las aguas. A la altura de Cala Joncols, cuando ya pensaba que iba a volcar, divisó una pequeña falúa a la que a duras penas consiguió acercarse. No debía llegar a los siete metros de eslora y en la popa, en letras azul índigo, podía leerse Isabella II. El patrón de la embarcación aferraba el toldo que cubría la mitad de la cubierta sobre proa, tensándolo firmemente a uno de los candeleros. Al verla llegar se apresuró a la aleta de estribor para ayudarla a subir.

- Es traicionera la Tramontana - le dijo a la vez que le tendía su brazo.

Don Pedro dio a Erin una manta y un tazón de sopa recién hecha. Había oído hablar de él, en Cadaqués todo el mundo conocía la historia del Isabella, una embarcación que zozobró cuando el patrón la forzaba yendo en busca de su mujer, que se ahogó entre las calas de aquel paraje y cuyo cuerpo nunca fue recuperado.

-Isabella tenía el alma salada, como el mar que tanto amaba- le contó aquel hombre.- La primera vez que la vi se asomaba a los acantilados de esta misma cala y miraba soplar la Tramontana, con fuego de marejada en sus ojos, el mismo fuego que teñía su pelo. Creo que me enamoré de ella aquel mismo día. Pocas semanas después, mientras navegábamos por las costas de Cuba, tuve la certeza de que cada día del resto de los que me quedaran querría despertar viendo aquellos ojos. Le robé al mar un pedacito de coral negro para hacerle un collar. Isabella nunca me perdonó aquello. Me dijo que el mar se cobraba siempre sus prendas y así fue: un día se la llevó a ella. Vengo aquí cada año, por el aniversario de su muerte y retorno al mar todas las cosas que alguna vez le robé, desde las conchas que cogí de pequeño, hasta una estrella de mar que adornó mi primera barcaza. Cada año devuelvo una de esas cosas, con la esperanza de que el mar me entregue al menos el cuerpo sin vida de Isabella, pero amanece cada día de cada uno de los doce años que hace que se fue y su cuerpo nunca regresa. Isabella era una excelente nadadora. Hacía travesías a nado por entre estas costas a las que amaba. Aquel día se levantó la Tramontana mientras yo dormitaba. Cuando desperté fue demasiado tarde. Intenté llegar hasta ella y la vi desaparecer ante mis ojos, el mar se la cobró. Ella siempre había dicho que, al morir, quería volver al mar, pero en el mar murió y el mar la enterró, ni tan siquiera me dejó despedirme. Construí el Isabella II para volver cada año a buscarla, para venir a enterrar con ella cuantas cosas debí no haber cogido jamás. Y ahora ya sólo me queda esto.

Don Pedro abrió la mano y mostró a Erin una cruz de coral negro que colgaba de una fina cadena de plata. Incrustada en el centro de la cruz una franja nacarada cruzaba en diagonal. En sus extremos, casquetes de plata completaban la pieza. Al caer la tarde, cuando el viento amainó, Erin pensó que era hora de volver a casa. Mientras remaba en dirección a Cadaqués, decidió que aceptaría la invitación de Don Pedro de volver al día siguiente para acompañarle en lo que debía ser su último adiós a Isabella.  


(Continuará)

10 mayo 2011

Rimas XLII
















Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro y, un instante,
la conciencia perdí de donde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma,
¡y entonces comprendí porqué se llora!
¡y entonces comprendí porqué se mata!

Pasó la nube de dolor... con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo...
Me hacía un gran favor... Le di las gracias.

05 mayo 2011

Si me necesitas, silba

Y si alguna vez me echas de menos,
vuelve al aquel lugar que un día te dije,
donde las canciones que nos enloquecieron,
al preciso instante del cual partimos,
bajo la cálida luz que nos arropó.

Y, si un día te echo de menos,
puede que te busque en aquel mismo sitio;
bailando las canciones que a penitas te canté
y a la misma hora en que te conocí,
pero,
en la misma intersección donde te perdí,
quizás por haberme adelantado en el camino,
se apagó la luz que me iluminaba y
ahora sigo buscando, sí,
pero ni siquiera se por dónde,
porque sin tí me quedé..
completamente..
..a oscuras.

30 abril 2011

Enamorado
















Te necesito
como la luz necesita a la luna llena
y como el Dios se cierne
sobre la mar serena;
de sol, de cantos, de voz sin tregua
con música en sombra
y con son de rimas...y de leyendas.

Subir a la cúspide,
allá donde el árbol
hasta el mismo sol se acerca;
tan cerca, tan lejos, tan absurdo
como un canto de sirenas
como mi voz en la distancia,
tras aquella luna llena.

Un sonido
que de silencios se acrecenta.
Una ilusión inmortal.
Una voz, mi voz y una idea.

Sonrisa que a lunas gana
que en vos se crece,
que al mismo Dios engaña
imperturbable, bailando al son
de una flor imperecedera,
tan sutil como molesta,
tan grandiosa como humillante
tan humilde
como bella
eterna...

Como un ser inalcanzable
y un sonido de azucenas.
Nomeolvides intocables
tras su oscuro rostro de mar serena.
Y en el fondo, la pasión
tan ardiente, como enferma,
tan viva como la luz
y tan necesaria, como aquella

28 abril 2011

27 abril 2011

No me importa que me llamen señora


          Se sentó en aquella coqueta cafetería, como siempre mirando al mar. La vista del intenso azul le parecía siempre más interesante que el ir y venir de clientes y camareros. Su café, señora. Hace unos días se había dado cuenta de que ya no le importaba que la llamaran señora.  Intenso azul, intenso mar, intensa y desahuciada soledad… Daba  vueltas al café mientras lo reflexionaba. Hace apenas un par de años arañaba cada vez que la llamaban señora, pero ahora era sólo un vago recuerdo que la hacía sonreír. ¿Quiere agua, señora? Si, por favor. Y sonreía para sus adentros. Sobre el templado mar, la silueta de la niña revoloteaba al vaivén de las olas, emergía para volver a sumergirse con la marea, empapando sus cabellos en mar, salando su menudo cuerpo envuelto en sol. Había hecho las paces con ella misma, en cada viaje se abrazaba un poco más, se quería un poco más, jugaba consigo, con su recuerdo y reían juntas y la niña comenzó a reír y comenzó a crecer, con cada nueva confesión, con cada profunda inhalación. Enterraron juntas los fantasmas del pasado, los vampiros del presente, los miedos del futuro y se unieron en profunda comprensión, simbiosis de amor para desvanecer las preguntas, para dejar de buscar respuestas, sólo por amarse y dejarse amar, sin dolor, nunca más… hasta que llegó el día de la despedida, cuando en el último abrazo se fundieron en una sabiendo que jamás, en ninguna de sus vidas, volverían a estar solas ninguna de las dos. Y entonces,  y sólo entonces, amó.

19 abril 2011

Toda la vida...buscando por un instante...


      Hay un momento, en la que todos los instantes se unen para ser la eternidad. En esa hora, cada segundo cuenta, porque aparecen deseosos los minutos de la duermevela y se anhelan los destinos y se desencuentran los tiempos. Meditar... toda la vida por un segundo de eternidad y ¿después? Después puede que amanezca de nuevo o que deje de resistirse el atardecer. El caso es caminar hacia adelante, esperando la espera sin desearla, amando el futuro sin esperarlo, soñando con un pasado repleto de enseñanzas, ensoñándose en cada ciclo de cada instante de cada momento de partir... siempre buscando, siempre cabalgando hacia el horizonte, sin jamás darle alcance y todo, por VIVIR

18 abril 2011

Amor

Y,
siendo tan dulce como es,
¿por qué al sentir se estremece?
¿Por qué tiembla
como si helara
lo que de fuego abrasa?

17 abril 2011

Cuentos


       A veces imaginaba que llegaba el día en que un hombre vestido de traje llamaba a su puerta y le traía flores. O que llamaba a voz en grito desde la calle para que se asomase al balcón y le echase sus trenzas, como Rapunzel en aquel cuento que tantas ilusiones le despertó de pequeña. "Oh! Cuánto daño hizo “Pretty woman”! Los principes no existen, Leti" - se decía- y volvía a recostarse sobre la almohada a soñar acaso con mundos submarinos de bellas sirenas, donde fuera imposible hablar, porque quizás así no tendría que oir, ni oirse. Acaso apenas un leve aleteo de sentimientos que se llevaría el agua salada, poca cosa, sufrible -pensaba- y volvía la cabeza en su almohadón. Entonces retornaban las llamadas de los cuentos y se sorprendía de nuevo soñando con algún principe azul, de esos de los de antes, con su caballo blanco y todo. En estas ensoñaciones estaba cuando su ángel negro le daba un tortazo y le ponía delante de su cara el resguardo de aquel billete de avión, el que él compró para que se fueran juntos y lejos en aquel vuelo que la llevó a aquel almohadón de sueños pero completamente sola.

12 abril 2011

Desaturándote


        Hace días, quizás semanas, que le doy vueltas a una idea. Al principio pensé que me había aburrido de los mismos paseos submarinos y pretendía distraerme con la idea de acariciarte. Después me di cuenta de que tus ojos tras la máscara me producían un escalofrío que recorría toda mi espina dorsal, desde donde acaba la botella, hasta donde la primera me toca el cogote. Aquella debilidad terminó por erosionarse y ahí estás, enquistada, dentro de mi cabeza, dentro de mi corazón, en cada tejido, como las burbujas de nitrógeno. ¿Será que puedo intentar sacarte haciendo deco? Podría hacer que una corriente de burbujas de nitrógeno arrastraran todas las imágenes que en mi mente tengo de ti, desaturar mis tejidos de tu presencia haciendo una larga descompresión, como si hubiera bajado a sesenta metros, allí donde solo hay silencio y todo es absolutamente azul. Me quedaría el tiempo suficiente para tener que hacer una parada a nueve, otra a seis…

       En el primer ascenso lograría fácilmente deshacerme de tacto de tu piel. Con el primer glup olvidaría el roce de tu brazo en mi cintura al saludarme; con el segundo, el roce de mi brazo en tu cuello al saludarte; con el tercero, el roce de tu mejilla en la mía al darme un beso; con el cuarto… empezaría a entrarme frío… Todo sigue azul y en silencio pero ahora tu piel ya no está enquistada en mi pensamiento.
    
       Al llegar a la primera parada, podría concentrar cada minuto en olvidar tu olor, diluyendo en el agua salada los aromas y deseos que me provoca tu cercanía, el sabor dulce de besar tu cuello, el aromaterapia de abrazarte…

       En la segunda parada me empeñaría en borrar el recuerdo de tus ojos, olvidaría el color miel de tu mirada y la luz envolvente del iris, el aro mágico en el que me gusta verme reflejado, a la vez que percibo el contraste de colores con tu piel… y con tu pelo…y lo que me dicen tus ojos cada vez que hablas… ¡Ay! Había olvidado olvidarme de tu voz… Silencio en los fondos… olvidado.

       Al llegar a los 3 metros, en mis tejidos no quedaría ni rastro de ti, habría dejado en el camino cuantas burbujas de nitrógeno fueran necesarias para contener cada poro de tu piel. Estaría a salvo, habría conseguido desprenderme de todo cuanto de ti me absorbe… Ascendería a la superficie convencido de la total desaturación hasta que me volviera para mirarte soltando el regulador y entonces cayera en la cuenta de que no había recordado olvidarme de tu sonrisa…

11 abril 2011

Sergio Contreras. Me quedo contigo



Arrastrándome en el eco, templado de tu voz,
como un gusano, en los documentales de la 2.
No duele el mundo, no duele, no tengo corazón,
sólo pa ti, pa ti, entrego tó.

Con el salario compro mi esquela en los diarios
para dejarte bien clarito que estoy muerto de amor,
que no respiro, si no es contigo
y aqui está el tio, calao de frío.

Insolidario porque pienso más en tí que en mi país,
insolidario porque sólo te quiero pa mi,
pa no ver que, en el mundo, hay más gente.

Desorientao por las feromonas de un bocao que me has dao
porque el amor es ciego y tu me has mirao
que hay venenos que te matan lentamente.

De todo lo que soy, me quedo contigo,
de todo lo que tengo, me quedo contigo,
poniéndome flamenco, me quedo contigo,
rimando contigo.
De todo lo que digo, me quedo contigo,
viviendo en el infierno, me quedo contigo
y en tu peor momento me quedo contigo
y pídeme que apague el corazón para morir contigo.

Tirándome de un puente, cayendo en tu colchón,
tú eres mi sino, mi destino, to lo que busco yo
vence tu gobierno y manda huevos si en tu urna
sólo he votao yo.

¿Ande estás gitana? Que grande es mi cama,
mándame un sms con una sola palabra de aliento
pa salí de este momento
que me acusen de quererte y tú culpable del intento
de venderme a lo blandengue, de comerme el pensamiento
de pillarme litro y medio de saliva de tus besos
por tenerte secuestrada,
en mi mente.

Desconcertado porque ya no siento ná por los demás
innecesario porque así no sirvo pa ná
¿y esto es amor mi niña? ¿esto es amor, chiquilla?

De todo lo que soy, me quedo contigo...

Siento, que se acabe el día, siendo prisionero
de tus ojos, niña
y el dolor me quita el sueño
y si me das tú el aire,
ya me voy durmiendo.

Insolidario porque pienso más en tí que en mi país,
insolidario porque sólo te quiero pa mi,

Desconcertado porque ya no siento ná por los demás
innecesario porque así no sirvo pa ná
¿y esto es amor mi niña? ¿esto es amor, chiquilla?

De todo lo que soy, me quedo contigo,
de todo lo que tengo, me quedo contigo,
poniéndome flamenco, me quedo contigo,
rimando contigo.
De todo lo que digo, me quedo contigo,
viviendo en el infierno, me quedo contigo
y en tu peor momento me quedo contigo
y pídeme que apague el corazón para morir contigo

07 abril 2011

La niña no sabe


           La niña que no sabía escribir, pensó que quizás no quisiera aprender nunca. Como nunca había querido aprender a hablar cristiano. La niña que no sabía escribir, pensó en cuantas veces había sentido que no entendían lo que quería decir, que no sabían leer entre líneas, que no miraban más allá de una hoja de papel. La niña que no sabía escribir, pensó que quizás debiera guardarse sus letras ahí adentro, donde el papel no es más gruñidos arrugados de silencio desesperados por emborronarse para caer en el olvido, que acaso las letras son sólo palabras que no supieron sentirse y por eso hubo quién las quiso poner en un papel. La niña no sabe y, por esta noche, decidió que no quería volver a intentarlo.

05 abril 2011

Placer


                                   Un eterno beso de sueño,
                                   de tus labios, sacar la miel,
                                   de tus brazos, mi deseo,
                                   de tu sentir, un placer
                                   y morir entre tus brazos
                                   como mueren los amantes                                
                                   y sentir tu alma en la mejilla
                                   y sentir tu cuerpo en mi sangre.

30 marzo 2011

Duelo



                Durante un instante había pensado que su saludo iba dirigido a ella. Supo que sus ojos se dibujaron tristes y su sonrisa forzada, pero así le salió. Apenas un segundo de un giro de cabeza y cinco años de recuerdos. Ahora, absorta en ninguna parte, intenta desmigar cada día de cada uno de esos años, para poder pasarlos por una trituradora y hacerlos añicos, como si fueran papel. Probablemente habría quién resumiría en tres líneas esos cinco años: llegó, pudo ser y no fue, pero para ella eran páginas y páginas de un pesado tomo con el que cargaba a sus espaldas y del que trataba en vano deshacerse. Ansiaba despertar un día y que todo hubiera pasado, pero apenas de amanecida, se diluían las esperanzas de borrar los recuerdos de su olor, de sus manos, de sus “buenos días”. Cruzó la calle fingiendo que no lo miraba y un nudo de angustias desordenadas se apoderó de la boca de su intestino, deshaciéndola por dentro, como debiera deshacerse acaso aquel grueso tomo escrito con sus recuerdos. Apenas cansada, sintió el peso de la perpetuidad de nuevo sobre su lomo y llegó a encogerse hasta desaparecer en el suelo, cual minúscula mota de polvo, cual átomo volátil de desesperanza. Los gusanos de la discordia se apoderaron entonces de su esófago, acentuando el nudo del intestino y dejando vacío el estómago, aquel lugar donde van a parar todos los miedos, todas las misericordias, todos los desplantes, todas las soledades… y empezó a hincharse cual globo de helio hasta que se apoderó de sus extremidades superiores a las que dejó inútiles, vagas, inmóviles. Los gusanos del esófago treparon hasta la garganta, llenando las sienes de hedor pesado y tóxico. Las cuerdas vocales se abrieron para morir después, sellando los labios y la vista se perdió en el horizonte del infierno, nublándose, provocando calor en el estómago, esfumándose por la cabeza y apareciendo en los pies en un perfecto ciclo de energía negativa. Ciega, muda e inmóvil tuvo la cruel certeza de que no moriría allí pero supo también que sus heridas quedarían sangrantes para el resto de su vida.

25 marzo 2011

Sueños de azul


A veces sus sueños eran de color azul. Habían desaparecido las imágenes, cómo en aquella fotografía descolorida de cuando era gordo. Se levantó, pretendiendo apagar su sed con apenas un sorbo de agua. Siempre tenía sed. A veces buscaba en su soledad un aliento de esperanza, pero sólo aparecían malos augurios, le ocurría desde que había decidido alejarse de las drogas. Ocurrió en aquel viaje, cuando casi muere ahogado, mientras hacía el descenso de aquel río. ¿Cuál era su nombre? Habían abordado aquella canoa, echando a sus ocupantes para casi ahogarse después, envueltos en la irrealidad del último petardo.
Hoy, mendigo de sus propios sueños, se mira al espejo con pereza mientras contempla sus zapatos de tacón. Maldita la hora en la que decidió que su vida era cantar y se metió en la piel de aquel travestido meditabundo e inútil. En conflicto consigo mismo, recordaba con tristeza su edad de oro y, en vano, pretendía arrancarse a sí mismo sueños de otro color.

17 marzo 2011

Resbaladizo


   "Mañana cambio las sábanas. El tiempo está demasiado frío para las sábanas de raso. Concéntrate, Patricia, lo tienes encima de ti. Finge un poco mujer, mírale a los ojos como si quisieras que entrara un poco más. Que va, no hay manera, mis caderas no quieren moverse a su compás, me resbalo". Él se esmera, me acaricia como antaño me gustaba pero no se qué pasa, que hoy no siento nada. En realidad, hace tiempo que no siento nada. "Nena, ¿estás bien?"-pregunta-. "Si, si, sigue, estoy bien". Él termina y yo me esfuerzo por hacerle creer que también. Acabo de tomar una decisión: esta noche mismo tiro estas escurridizas sábanas de raso.

14 marzo 2011

Resistiré. Dúo Dinámico


Cuando pierda todas las partidas
cuando duerma con la soledad
cuando se me cierren las salidas
y la noche no me deje en paz.

Cuando sienta miedo del silencio
cuando cueste mantenerse en pie
cuando se rebelen los recuerdos
y me pongan contra la pared.

Resistiré erguido frente a todo
me volveré de hierro
para endurecer la piel
y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
soy como el junco que se dobla
pero siempre sigue en pie.

Resistiré para seguir viviendo
soportaré
los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos
resistiré, resistiré.

Cuando el mundo pierda toda magia
cuando mi enemigo sea yo
cuando me apuñale la nostalgia
y no reconozca ni mi voz.

Cuando me amenace la locura
cuando en mi moneda salga cruz
cuando el diablo pase la factura
o si alguna vez me faltas tú.

Resistiré erguido frente a todo
me volveré de hierro
para endurecer la piel
y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
soy como el junco que se dobla
pero siempre sigue en pie.

Resistiré para seguir viviendo
soportaré
los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos
resistiré, resistiré.

02 marzo 2011

La Carretera



Hoy no tengo ganas de escribir. Estoy enfadada, conmigo misma y otra vez conmigo, como si no fuera suficiente enfadarme con mi yo exterior, también me enfado con el interior. En ocasiones, por seguir creyendo en lo mismo, en otras ocasiones, por dejar de creer, como esos atardeceres en los que el sol se oculta y parece que desaparecerá tras la otra cara sin dejarse ver debido a las nubes, como esos amaneceres que apenas se perciben porque el gris de la amenaza de lluvia cubre todo el cielo. Estoy cansada de fingir, de fingir que vivo, viviendo en mi, cuando no consigo sino mal vivir viviendo a solas. Quiero pasar página, necesito alejarme de la carretera, quiero dejar el sendero marcado para coger el camino que anhelo, ese que me lleva a alguna parte a donde este camino no me lleva. Tus sueños, no son mis sueños amor, tu camino, no es mi camino, mi cielo; tu destino, no es mi destino, corazón; tus deseos definitivamente no son mis deseos. No hay futuro, así que, ¿caminar para qué? Hoy me he dado cuenta de eso, en realidad, hace mucho que me di cuenta pero quizás hoy... quizás hoy me he sentido más sola que nunca caminando por esta carretera que no conduce a ninguna parte...

17 febrero 2011

De cómo me fui

           
               Llamé a la puerta del piso noveno del número 15 de la calle Madrid y me abrió una señora con delantal. Pase- me invitó- y me dejó sola en aquel inmenso salón. Si ya me había sorprendido la ubicación de aquella vivienda, más aún lo hacían las vistas desde aquel ático y... Pasa- sonó una voz en una habitación del fondo del pasillo....
Malena me había contado que no había tarotista como aquella. Seguramente ni siquiera era por la capacidad adivinadora, sino por la destreza de sus manos con las cartas del tarot. Me asombraba con sus largas uñas mientras ella buscaba inútilmente mi mirada. No se porqué estas señoras siempre llevan las uñas largas. A veces pienso que quizás soy la única persona en este mundo que aun no tiene lavavajillas. Me da rabia...
Corta- me dijo-. Abrí la baraja más o menos por la mitad. No- dijo ella y devolvió la mitad de la baraja de nuevo al montón interrumpiendo mi intención de hacerlo.
Creo que transcurrieron siglos desde que empezó a voltear cartas hasta que comenzó a hablar. Me di cuenta enseguida de que no tenía ni idea de lo que decía, no sabía absolutamente nada de mi. Largó durante veinte minutos acerca de mi gran amor, de los hijos que iba a tener, de cómo sería mi boda con ese gran amor. Me predijo con el entrecejo fruncido un incierto futuro laboral, pero no importa – me consoló- conseguirás capital para un gran negocio que pondrá en marcha tu marido. “Tú madre se sentirá muy orgullosa”
Quise decirle que hacía años que tenía claro que me gustaban las mujeres, que no entraba en absoluto en mis planes la idea de ser madre y que afortunada o desgraciadamente no me hacía falta trabajar porque mi madre me había dejado una herencia lo suficientemente importante como para que no tuviera que preocuparme por el dinero. Quise decirle eso y que lo único que debía decirme era lo que yo quería saber, una fecha, tan sólo una fecha.
Me fui de aquel piso art decó con la sensación de haber malgastado mi tiempo y mi dinero. Estaba preparada para ser recibida en un antro y haber salido corriendo despavorida ante las fatales predicciones de mi futuro, pero no tenía en absoluto previsto salir de un ático de lujo con los felices augurios que aquella estafadora.
De vuelta a ninguna parte me encontré de nuevo en aquel mismo lugar, en el mismo callejón en el que me atracaron aquel día. Me paré en seco y de entre las sombras surgió la respuesta: La fecha era hoy. Mientras caía al suelo vinieron a mi mente todas las cosas que sabía que nunca habría hecho: me vi casada con un apuesto hombre, con dos niños preciosos y un próspero negocio familiar. Ante mis ojos no pasó toda la vida que viví, se sucedieron una detrás de otra las imágenes de la historia que nunca tendré, la que a mi madre le hubiera gustado verme vivir. No, lo siento, no vi la luz, ni el túnel, no sentí paz conmigo misma ni felicidad y no, no me esperaba mi madre al otro lado. Sin embargo sentí la vida alejarse de mi y entonces supe lo que ella sintió cuando me dijo que cuidara de mis hermanos, por fin pude compartir del dolor de su partida, comprendí cada frase de despedida que me dijo porque p­ude sentir claramente cómo la vida se me iba... para no volver... y sonreí. Gracias, por fin pude abrazar tu dolor, entender tu mirada perdida, atravesar el dolor de tu corazón y aliviar el mio por aquel lejano pero insuperable recuerdo. Y esta es la crónica de otra vida que se fue, los últimos suspiros de alguien que sólo quería irse; no para pasar a mejor vida sino para dejar de sentir, por fin y en este preciso instante.

08 febrero 2011

Dormir-te




           Hoy quiero dormir, necesito conversar contigo, aunque yo prefiero decir que voy a dormirte que para mi es lo mismo que dormir contigo y soñarte. Si pienso que voy a dormir contigo me olvido que ya no estás e imagino que en el letargo del primer sueño es cuando mantengo las conversaciones contigo y entonces tú me respondes y entonces yo empiezo a encontrarme mejor y comienzo de nuevo a ilusionarme. A veces, cuando estoy sola, mirando al mar o al infinito, que para mi es lo mismo aunque se que no es igual, pienso que quizás no es cierto, que no puede ser cierto que ya hace diez años que no estás. Intento recordar entonces en qué he invertido tantos minutos de tantos días de tantos años y cómo es posible que haya conseguido crecer y avanzar sin ti… y en ese momento caigo en la cuenta de que en realidad llevo diez años a la deriva en este mar de incongruencias y Yo sólo soy el fruto de un remolino de espuma blanca, de esos que a veces se forman en el mar y que uno piensa que no llevan a ningún sitio pero si que llevan ¿o no? ¿Acaso tiene el mar agujeros negros? Y es ahí cuando lo se, se que he estado cayendo a través de ese remolino de espuma blanca hasta lo más profundo del océano, allí desde donde la única solución es salir, aletear fuerte hacia arriba, buscando el aire que falta en el fondo… o eso… o rendirse allí abajo, en la más profunda oscuridad… Casi siempre elijo escaparme, nadar con fuerza a la superficie para librarme de la muerte en vida, aunque a veces, pero sólo a veces, me quedo un poco más, lo suficiente para que ya no pueda salir solo y necesite que vengan en mi rescate. El problema entonces es que no siempre viene alguien y a veces quien viene no te ayuda y a veces quien quiere ayudarte no sabe o quizás no puede o quizás llega demasiado tarde…
Mejor hoy voy a dormirte o quizás a soñarte, como si aun fueran aquellos días, aquellos que perdí contigo por estar sin ti cuando pude haberte tenido conmigo. Hablemos un ratito y después te dejo descansar, te lo prometo, pero hoy, hoy necesito dormirte para que me acunes y me digas que vas a estar siempre y entonces yo sepa que eso siempre será cierto. Déjame un huequito en tu cama y dime que descanse que tu vas a cuidar de mi y perdóname, perdóname por dejarte sola después de decirte que no me iría.
Hoy quiero dormir, para imaginar que sigues conmigo, para poder enmendar tantas cosas que hice mal, para no tener que arrepentirme ni un solo día más de todas las veces que tomé la decisión equivocada.