En busca de la excusa...

NEGÁNDOME A BLANDIR MI ESPADA, COMO SI, POR SER EL ÚLTIMO JINETE, TUVIERA EN MIS MANOS EL PODER PARA DESENCADENAR (O NO) EL APOCALIPSIS. EVIDENTEMENTE, EL FIN DE LA HISTORIA NO DEPENDE DE MI, PERO SIGO CABALGANDO POR EL MUNDO, NEGÁNDOME A ACEPTAR QUE NO EXISTE UNA PERSONA BUENA POR LA QUE MEREZCA LA PENA SALVAR DE LA QUEMA AL RESTO, COMO EN SODOMA Y GOMORRA...ASÍ QUE, CADA DÍA QUE APARECE ALGUIEN, MI MUNDO CONSIGUE UN DÍA DE VIDA MÁS.

25 mayo 2009

No te marches ahora

Fueron tantas las noches que soñé con tu amor
y tantos los momentos de pasión maltrechos,
que hoy cuando te me acercas me da miedo tu olor
y me pone nerviosa el calor de tu cuerpo.

Me pasaba las horas buscándote en mis sueños
y siempre amanecía con sabor amargo
me acostumbré a tus ausencias y a quererte en silencio
y perdí entre lamentos lo mejor de mis años.

Y cuando ayer sentí que tus ojos me llamaban,
un extraño calor recorrió todo mi cuerpo
se volvieron a encender las cenizas apagadas
y una alegre llamarada borró el dolor del recuerdo.

No te marches ahora, no vuelvas a burlar mis sentimientos,
recuerda que un amor no se abandona como un juguete roto en un trastero.
Por una vez sé valiente y déjame quererte por entero
olvida las palabras de la gente y vivamos para siempre un amor verdadero.

22 mayo 2009

Compartida


“No sabes la de veces que me he masturbado pensando en ti.” “Tenía tantas ganas de...esto...”- me había dicho aquella noche. “Ven aquí, preciosa” “¿Te gusta?” y un sinfín de frases más que me hicieron acercarme a él aún más; a su olor, a la suavidad de su piel, de sus labios, a la dulzura de sus ojos.
Su amigo era como dormir en sábanas limpias y perfumadas: agradable, muy agradable, olía maravillosamente, besaba dulcemente y sus manos y su lengua eran suaves... me gustaba sentirlas mientras besaba a Pablo. Pero yo sólo tenía ojos para el.
La primera vez que lo hicimos fue tan inesperado como agradable. Recuerdo el día en que vinieron a mi casa a cenar, la primera vez de muchas. Comida china, dos botellas de vino y es festín estaba servido. Desde entonces solía repetirse la misma ceremonia. Me proponían ir a cenar, invitación que yo extrañamente rechazaba y acabábamos yendo a mi casa y después de las copas nos íbamos al sofá donde empezaba el ritual de las caricias. Era como tener dos ositos de peluche conmigo en el sofá: tan tiernos, tan dulces, tan atentos... Jamás me sentí incómoda en la cama con ellos.
Pero aquel día le mire a los ojos y lo que quería hacer con él era mucho más profundo que el sexo, e iba mucho más allá de mi cuerpo y el suyo. Aquella noche le hubiera entregado todo mi ser, mi cuerpo y mi alma. Me abrazaba y me besaba como si quisiera decirme que él sentía lo mismo, pero no lo dijo. Cuando terminamos se fueron, como siempre, un beso a cada uno y buenas noches. Me dormí oliendo a ellos, como cada vez, pero las manos de Pablo me quemaban en la cintura hasta que me dormí pensando en él. En nuestra siguiente cita, le propuse al oído pasar la noche juntos, solos los dos; hice lo mismo en la siguiente, y en la siguiente, hasta que, cansada de no obtener respuesta le invité a un café y lo hablamos. Me contó que una vez, hace tiempo, una de sus amigas compartidas había acabado siendo de uno sólo y eso los había distanciado de forma que habían acordado no volverlo a hacer jamás. La chica que era de los dos, debía ser siempre de los dos o de ninguno y, estaba claro que yo, si quería seguir viéndoles, tendría que ser a los dos juntos, al menos en la cama. Me despedí de él aquella misma tarde, no volví a coger sus llamadas ni contestar sus mensajes. Un día dejaron de llamar.
No he vuelto a compartir amigos. Nunca le conté nada a Jorge, borré toda mi vida anterior para empezar a ser una mujer de gustos sencillos, algo aburrida en la cama, tal vez, pero ocupada por un sólo hombre. A veces echo de menos sus cuerpos junto al mío y su mezcla de olores en mi almohada y, a veces, si Jorge no está, me tumbo en el sofá y los imagino uno a cada lado, compartiéndome, mientras juego con mis ositos de peluche.

21 mayo 2009

Te estoy queriendo tanto

Te estoy queriendo tanto que no se querer a nadie más
Te estoy queriendo tanto que no se vivir si tu no estás
Las noches y los días son para quererte más y más
Te estoy queriendo tanto que te estoy acostumbrando mal...

Te estoy queriendo tanto que no puedo ya vivir sin ti
Te estoy queriendo tanto que yo soy feliz sí eres feliz
¿Qué pasará ese día en que no sientas lo que sientes hoy?
¿Qué pasará ese día en que no pueda darte lo que hoy te doy...?

Y es que el amor no puede estar por siempre a nuestro lado
y es que el amor cambia su curso de año en año
y es que el amor viene y se va como las golondrinas y hay que darle de beber amor
en cada esquina amor...

20 mayo 2009

Queda prohibido. Alfredo Cuervo

(...)
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos,
sentirme sólo alguna vez.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.

Queda prohibido no demostrarte mi amor,
hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte sólo cuando no te tengo.

Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles sólo cuando los necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.

Queda prohibido no ser yo ante la gente,
fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a todos aquellos que me quieren.

Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hallar mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,
odiar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
sentir que con su falta el mundo se termina.

Queda prohibido no crear mi historia,
dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.

14 mayo 2009

Algo contigo


¿Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo?
¿Es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo?

Ya no puedo acercarme a tu boca sin desearla de una manera loca,
necesito controlar tu vida,
saber quien te besa y quien te abriga.

¿Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo?
¿Es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo?
Ya no puedo continuar espiando, día y noche tu llegar adivinando,
ya no se con que inocente excusa pasar por tu casa,

Ya me quedan muy pocos caminos
y aunque pueda parecerte un desatino,
no quisiera yo morirme sin tener algo contigo.

12 mayo 2009

Tú y tus planetas


“Tienes que esperar a que los planetas estén alineados…”, me dijiste. Tú y tus planetas. Me pasé un año mirando al cielo buscando esa línea de astros, consultaba manuales de astronomía esperando encontrar el momento exacto en que las órbitas confluían en anillos concéntricos y todos los planetas del sistema solar se alineaban en una perfecta recta de placer. Así fueron pasando las estaciones, pero la luna nunca dejó de dar vueltas, Saturno tarda demasiado tiempo en recorrer su órbita alrededor del Sol y yo… yo no tenía tanto tiempo o quizás no tenía tantas ganas. Cuando Júpiter estaba por la labor, Venus estaba metido en el crudo invierno. En resumen, pase varias primaveras esperando que Marte floreciera y el planeta rojo nunca floreció.
Un verano, paseando por la playa, me encontré con un viejo conocido que me dio noticias tuyas. Resultó que no necesitabas que se alinearan los planetas, te bastaba con una simple lluvia de estrellas, en el momento oportuno, en el sitio adecuado y entonces dejaba de importar la astronomía y hasta la astrología. Miré a mi mujer y agradecí el cielo nublado de aquel invierno, cuando se me ocultaron las estrellas, porque pude verla a ella y olvidé así la razón del porqué miraba tanto al cielo.

08 mayo 2009

La última canción

Esta será la última canción que cante para ti.
Ya, ya me cansé, lo decidi, no puedo seguir así.
Y ahora, en adelante seré libre como antes, como siempre lo fui
porque ya me cansé de estar queriendo a quien no me quiere a mi.

De ahora en adelante cambiaré mi forma de vivir
y ese cariño tan sincero que guardaba para ti
lo voy a dividir, lo voy a dividir
con gente tan diferente a tu manera de pensar y de sentir
y te repito que el cariño que guardaba para ti,
lo voy a dividir, lo voy a dividir...

07 mayo 2009

Enganchado

Me contó la mañana que estaba loco por ti. En ese mismo instante, un sudor frío rompía en mis entrañas desgarrándome el alma. Había ocurrido. Sin esperarlo ni imaginarlo estaba enganchado a tu recuerdo. Entonces lo supe: tenía que huir, antes de que fuera demasiado tarde y tu olor me perturbara para siempre; antes de que tu presencia envolviera mi corazón nublado. Y así lo hice, corrí hasta que la distancia diluyó el sabor de tus palabras, hasta que el horizonte difuminó el brillo de tu mirada. Aún hoy, me persiguen los destellos de tu voz, pero ya no pueden hacerme daño, había conseguido alejarme a tiempo.

05 mayo 2009

Camino de maderas

La vi caminar descalza ya desde el paseo. Pisaba suavemente sus pies desnudos sobre la madera mojada por el rocío de la noche. No se porque la vi, ni siquiera miraba en aquella dirección. Me había ido hasta la playa buscando la manera de ahogar mis penas marchitas, mis ilusiones caducadas, mis anhelos podridos por el tiempo y la desgana. Me acerqué al rompiente pero quizás no estaba preparado, así que me senté en la orilla, mirando al frente, dejando a mi izquierda la salida del sol. Con los primeros rayos empecé a sentirme algo mejor, le dieron algo de calor a mi cuerpo y lo agradecí. No se porqué aparté la vista del horizonte. Ella me quedaba a la espalda, pero creo que un soplo de aire me volvió la cara para mirarla. Esa misma brisa hacía bailar su pelo ocultándole un poco la cara. Aún así, pude ver sus ojos y busqué su mirada. No, no me miraba a mí, tampoco a nada que hubiera en la playa. Si acaso contemplaba, como yo hace un rato, el horizonte, pero quizás no. Siguió caminando hasta el final de la pasarela de tablones y en el último de ellos se detuvo. Como si de un ritual se tratara paró unos segundos e, inspirando, bajó su pie derecho hasta pisar la arena de la playa, después el izquierdo y se paró unos segundos más para reanudar la marcha después.
La seguí hasta que estuvo a mi izquierda, a unos diez metros de mí. Se sentó en la arena cruzando las piernas, sin apartar la vista de ninguna parte. No se cuanto tiempo estuve contemplándola, el suficiente como para ser capaz de recordar aún hoy cada detalle de su rostro y de su cuerpo. Una ráfaga de aire se llevó el pañuelo blanco que tapaba sus hombros hasta el agua, justo en frente de mí. Corrí entonces a sacarlo para devolvérselo. Cuando llegué a la orilla no lo encontraba. Enterré los pies en la arena, hasta que el agua me llegó a las rodillas, buscando el pañuelo. Sentí como el agua fresca tensaba mi piel y me despejaba, mientras el sol seguía despertando y dándome calor. Entonces volví la mirada para buscarla, para decirle que no conseguía encontrar su pañuelo, pero no estaba allí donde la dejé. La busqué con la mirada por toda la orilla, a la vez que continuaba buscando su pañuelo. Alejando la vista hasta los pinos, entonces la vi, había terminado de recorrer el camino de maderas y se perdía en el pinar. Una nueva ráfaga de aire soplo hacía mi y, en la lejanía, pude ver como llevaba en su mano el pañuelo blanco que había visto caer ante mis ojos hacía unos minutos. Entonces tomé conciencia del agua salada que me bañaba los tobillos. Con cada ola que rompía en ellos, se alejaban mis penas marchitas e iban renaciendo nuevas ilusiones. Volví cada día de aquel verano a buscar el pañuelo blanco con la vana esperanza de volver a verla. Jamás lo encontré, pero aún hoy puedo sentir sus pies descalzos sobre aquel camino de maderas.