Más de dos años han pasado, casi tres, no es mucho o sí. Un gran, grandísimo amor, varios viajes, alguna ruptura y una nueva incertidumbre. Escribo para aliviar el dolor, una amiga me lo dijo. Ya no me apetece, hace tiempo que no. Huyo de la nostalgia y la languidez, prefiero anestesiarme con televisión o centros comerciales o quizás pasear por la playa, que da mucha claridez mental.
Ahora sólo quiero centrarme en mi, aprender a cuidar sin descuidarme; a disfrutar sin derrochar; a pedir, a querer sin perder el norte, a dejar de vivir una vida a medias y vivirla plena de una vez.
Quiero que los fantasmas que siempre acompañaron mis días se vayan, abandonar el dolor pasado de una vez y abrirme al disfrute presente y el momento presente, que es lo único que hay.
Y ya no quiero escribir más, quiero dejar de pensar, sólo quiero vivir.
Ahora sólo quiero centrarme en mi, aprender a cuidar sin descuidarme; a disfrutar sin derrochar; a pedir, a querer sin perder el norte, a dejar de vivir una vida a medias y vivirla plena de una vez.
Quiero que los fantasmas que siempre acompañaron mis días se vayan, abandonar el dolor pasado de una vez y abrirme al disfrute presente y el momento presente, que es lo único que hay.
Y ya no quiero escribir más, quiero dejar de pensar, sólo quiero vivir.