En busca de la excusa...

NEGÁNDOME A BLANDIR MI ESPADA, COMO SI, POR SER EL ÚLTIMO JINETE, TUVIERA EN MIS MANOS EL PODER PARA DESENCADENAR (O NO) EL APOCALIPSIS. EVIDENTEMENTE, EL FIN DE LA HISTORIA NO DEPENDE DE MI, PERO SIGO CABALGANDO POR EL MUNDO, NEGÁNDOME A ACEPTAR QUE NO EXISTE UNA PERSONA BUENA POR LA QUE MEREZCA LA PENA SALVAR DE LA QUEMA AL RESTO, COMO EN SODOMA Y GOMORRA...ASÍ QUE, CADA DÍA QUE APARECE ALGUIEN, MI MUNDO CONSIGUE UN DÍA DE VIDA MÁS.

10 marzo 2012

21 días


La semana pasada mi amigo Luis me anunció, por enésima vez, que iba a dejar de fumar. Había leído en no se qué revista científica que el ser humano tarda exactamente veintiún días (21) en coger un hábito o en perderlo. Él afirmaba que 21 días era poco tiempo y que entonces sería fácil de conseguir porque en esas poquitísimas semanas lo tendría todo hecho. No quise desanimarle recordándole cuántas tantas otras veces había querido dejarlo, sin conseguirlo, ya que tampoco recordaba cuánto tiempo había pasado desde su anuncio hasta el abandono de su abandono de hábito. Pensaba yo entonces que si quizás pudiera estar 21 días ignorando a mi mujer, ella dejaría de pedirme que fuéramos a elegir los azulejos del cuarto de baño y que si seguía negándole a mi hijo durante 21 días la moto, el se aburriría y no tendría que comprársela. Recordé también cuando de joven le dije a una novia que tuve que dejaría de verla durante un tiempo, para así conseguir olvidarla. Seguramente pasarían entonces más de 21 días sin vernos y de esto puede que haga ya más de 21 años. ¿No fue allá por el 83? No volví a ver a Gloria pero nunca he olvidado aquellos ojos castaños, ni aquella melena negra, ni su sonrisa cuando hacíamos el amor, ni aquellas largas conversaciones hasta el amanecer...

"Claro, Luis. Seguro que esta vez lo consigues"-le dije.

Hace dos días Luis apareció indignado: con la revista, con el artículo y hasta con el periodista que lo escribió. Balbuceaba algo así como que en lugar de "21 días de calendario" debieron haberlo titulado "21 días de calvario". Luis había dejado de dejarlo. De fumar, digo. Los últimos días le habían parecido los más largos de su vida. 
Dejé a Luis fumando y protestando y me fui a comprarle la moto a mi hijo. Me había librado de elegir los azulejos, pero a los jóvenes se les da mejor eso de la perseverancia, uno ya está cansado. Mientras veíamos las motos me acordaba de aquella "vespino" color chicle que conducía Gloria y de las veces que fuimos en ella hasta el campo para hacer el amor con el único alumbrado de las estrellas. Han pasado más de 21 años pero yo no he conseguido olvidarla. A veces me pregunto si no será por eso por lo que me he vuelto viejo.