Se derrama en las entrañas, como si fueran gotas de sudor trabajado, de esas que resbalan por la sien refrigerando acaso las ideas... o acaso no. Hoy solo duermes, o solo quieres dormir porque en tus sueños el sudor si que refresca y nada se derrama, nadie se desparrama, nada consigue descomponer el puzzle del interior. Bramando, al aire, al cielo, al sol. Esperando ver pasar angustias para decirles adiós, aunque ellas se quedan, sin pedir permiso, sin dejar espacio a la esperanza. Hazme sonreir, cuéntame algo que me deje ver más allá de las nubes, algo que me diga que existe la ilusión, que caminar es seguir un sendero que lleva a alguna parte. Háblame, un discurso minúsculo que me haga olvidar un instante las pesadas cadenas que al anochecer arrastro. O, mejor, olvídame tú, para que pueda ser yo quien diga adiós sin que me eches de menos, sin que lamente sentir dolor por haber decidido que no volvería a tu lado, porque ya se hizo demasiado tarde, porque ya me cansé de sentirme así.
2 comentarios:
Y qué decir... Para llegar y mirar detrás de las nubes, tras atravesar un desierto de desesperación, hace falta mucho más que ayuda. A veces la desesperación es la caja de pino que encierra nuestras ganas de buscar ilusiones.
Me quito el sombrero. Enhorabuena.
Hermosas palabras las tuyas, da gusto leer tus comentarios. Gracias por tus ánimos.
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