Y si un día te pierdes, jinete, no confieses nunca que no conoces el camino. Finge que cogiste un atajo o que te desviaste para gozar del paisaje. Miente sobre tu destino, fantasea sobre tu procedencia, anula cada vestigio de miedo que el depredador pueda llegar ni tan siquiera a olerte. Otea el camino, al caer la tarde, cuando queda definido el oeste y empieza a brillar la estrella polar. Sigue entonces el sendero que marquen tus sueños, que no tus pasos, porque tus pasos te llevarán donde digan los pensamientos, pero tus sueños, jinete, ellos te llevan allí justo donde quieres estar. Y no olvides nunca borrar tus huellas del camino, para que ni tan siquiera tu caballo sepa volver atrás. Cabalga sin prisa disfrutando a cada paso porque lo que buscas, jinete, puede estar en el próximo recodo del camino. Buen viaje.
1 comentario:
Buenos consejos para los que viajamos. Lo primero en la mochila: la brújula de los anhelos.
Publicar un comentario