Hay un momento, en la que todos los instantes se unen para ser la eternidad. En esa hora, cada segundo cuenta, porque aparecen deseosos los minutos de la duermevela y se anhelan los destinos y se desencuentran los tiempos. Meditar... toda la vida por un segundo de eternidad y ¿después? Después puede que amanezca de nuevo o que deje de resistirse el atardecer. El caso es caminar hacia adelante, esperando la espera sin desearla, amando el futuro sin esperarlo, soñando con un pasado repleto de enseñanzas, ensoñándose en cada ciclo de cada instante de cada momento de partir... siempre buscando, siempre cabalgando hacia el horizonte, sin jamás darle alcance y todo, por VIVIR
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