En el primer ascenso lograría fácilmente deshacerme de tacto de tu piel. Con el primer glup olvidaría el roce de tu brazo en mi cintura al saludarme; con el segundo, el roce de mi brazo en tu cuello al saludarte; con el tercero, el roce de tu mejilla en la mía al darme un beso; con el cuarto… empezaría a entrarme frío… Todo sigue azul y en silencio pero ahora tu piel ya no está enquistada en mi pensamiento.
Al llegar a la primera parada, podría concentrar cada minuto en olvidar tu olor, diluyendo en el agua salada los aromas y deseos que me provoca tu cercanía, el sabor dulce de besar tu cuello, el aromaterapia de abrazarte…
En la segunda parada me empeñaría en borrar el recuerdo de tus ojos, olvidaría el color miel de tu mirada y la luz envolvente del iris, el aro mágico en el que me gusta verme reflejado, a la vez que percibo el contraste de colores con tu piel… y con tu pelo…y lo que me dicen tus ojos cada vez que hablas… ¡Ay! Había olvidado olvidarme de tu voz… Silencio en los fondos… olvidado.
Al llegar a los 3 metros, en mis tejidos no quedaría ni rastro de ti, habría dejado en el camino cuantas burbujas de nitrógeno fueran necesarias para contener cada poro de tu piel. Estaría a salvo, habría conseguido desprenderme de todo cuanto de ti me absorbe… Ascendería a la superficie convencido de la total desaturación hasta que me volviera para mirarte soltando el regulador y entonces cayera en la cuenta de que no había recordado olvidarme de tu sonrisa…
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