En busca de la excusa...

NEGÁNDOME A BLANDIR MI ESPADA, COMO SI, POR SER EL ÚLTIMO JINETE, TUVIERA EN MIS MANOS EL PODER PARA DESENCADENAR (O NO) EL APOCALIPSIS. EVIDENTEMENTE, EL FIN DE LA HISTORIA NO DEPENDE DE MI, PERO SIGO CABALGANDO POR EL MUNDO, NEGÁNDOME A ACEPTAR QUE NO EXISTE UNA PERSONA BUENA POR LA QUE MEREZCA LA PENA SALVAR DE LA QUEMA AL RESTO, COMO EN SODOMA Y GOMORRA...ASÍ QUE, CADA DÍA QUE APARECE ALGUIEN, MI MUNDO CONSIGUE UN DÍA DE VIDA MÁS.

07 junio 2010

Despertar


              He vuelto a quedarme dormida. Le dije a Carlos que me despertara y no lo ha hecho y ahora es tarde… Maldita sea. Ah, ya, que Carlos no está, hace semanas que se fue; meses, quizá… Y yo sigo culpándole por quedarme dormida… Puede que fuera eso lo que le alejó de mi, mi insistencia por querer hacerle mejor persona, cómo decía aquel libro que leí ¿cómo se llamaba? Mi psicóloga insiste en decirme que no, que no fue culpa mía, que simplemente “no cubría mis necesidades”. “Si no cubre mis necesidades, no es para mi”. Tengo que recordármelo a diario, repetírmelo hasta el infinito cómo un mantra, como dice el maestro Juan, mi monitor de tai-chi. Ni siquiera se porqué sigo yendo tai-chi. A principio me entusiasmaba la idea de “encontrarme a mi misma”, aprender a convivir conmigo sin estar resentida todo el día. Al menos, eso me decía mi psicóloga, decía que me ayudaría. Puede que la llame para volver a verla, a ver si consigo dormir mejor. Tengo tanto sueño… ni siquiera se que hora es. Puede que no sea tan tarde… En realidad me da igual, me da igual el trabajo, me da igual que día es, estoy cansada de despertarme sola, de no poder reñir a Carlos por haberme quedado dormida, de dejar la ventana entreabierta para que la luz del día consiga despertarme. Como contaba Jorge en aquel relato: “la luz entre las rendijas de las maderas del desván”, aquel desván de dedos infectados que tanto me hizo llorar. Y esperar aquella llamada que nunca llegaba, que nunca llegó. ¡Oh, por favor! ¡Díganle a esa mujer que se calle! Esta vecina gritona con la que me veo obligada a amanecer cada fin de semana. Si lo hubiera sabido jamás me habría comprado este piso, aunque me gusta tanto… Todos me decían que me cansaría de los colores con los que lo pinté pero no, tres años después aún no me he cansado. Si abriera un poco más la ventana podría ver el malva caucásico con que pinté la habitación. Ay, no, no tengo ganas de moverme aún, siento el tacto fresco de las sábanas de raso en mi piel y no quiero levantarme todavía. Estas sábanas parecían una buena idea, pero a Carlos no le gustaban, decía que se resbalaba cuando hacíamos el amor. Aunque Carlos ya no está, podría ponerlas cuantas veces se me antojara, solo que ahora ya no me apetece… ahora sólo quiero que sea sábado, para poder volver a dormir, para no tener que ir a trabajar, a realizar la tediosa tarea en la que he terminado sumida. ¿Cómo pudo ocurrirme eso? ¡Cuando estudiaba me imaginaba haciendo tantas cosas! Y, ahora, mírate, enterrada en papeles que no te aportan nada, que no te proporcionan ni un ápice de satisfacción. Estoy desencantada de mi trabajo, hastiada de mi jefe. Se que no es mal tipo, pero me exaspera. ¿Le mando un mensaje diciendo que me encuentro mal y no voy a trabajar? No sería del todo falso, me siento derrotada, los sueños me atormentan y me va a estallar la cabeza… ¡Bah! Me quedo en la cama, necesito que vuelva a amanecer sin nubarrones en mi cielo, necesito despertarme sin este desasosiego. Mañana será otro día…

1 comentario:

Ierenna dijo...

Tengo ganas de que este jinete nos cuente algo divertido de su vida, ¿vosotros no?
Por cierto, ese maestro Juan suena bien, yo también he oído hablar algo de él...