En busca de la excusa...

NEGÁNDOME A BLANDIR MI ESPADA, COMO SI, POR SER EL ÚLTIMO JINETE, TUVIERA EN MIS MANOS EL PODER PARA DESENCADENAR (O NO) EL APOCALIPSIS. EVIDENTEMENTE, EL FIN DE LA HISTORIA NO DEPENDE DE MI, PERO SIGO CABALGANDO POR EL MUNDO, NEGÁNDOME A ACEPTAR QUE NO EXISTE UNA PERSONA BUENA POR LA QUE MEREZCA LA PENA SALVAR DE LA QUEMA AL RESTO, COMO EN SODOMA Y GOMORRA...ASÍ QUE, CADA DÍA QUE APARECE ALGUIEN, MI MUNDO CONSIGUE UN DÍA DE VIDA MÁS.

03 junio 2010

Anoche te vi

Había olvidado cuanto duele. Anoche te vi. Me lo habían contado, pero me había esforzado por creer que no era cierto, no podía serlo, no debía…
Amanecí embarazada de ti, sentía en mi vientre el fruto de nuestros momentos de amor, quizás pasión, puede que tan solo cariño; sentía en mis entrañas revolviéndose a nuestro hijo y eso me hacía amarte aún más. Me levanté feliz, me desperté dichosa aquel día… hasta que te vi.
Estabas sentado en la cafetería a la que solías llevarme y conversabas con ella animadamente sin percatarte de mi presencia. Me agazapaba tras mi tristeza, paralizada por el inesperado encuentro.
Días antes le había preguntado a tu hermano por ti y sabía que regresabais del viaje, pero no esperaba compartirlo con vosotros. ¿Por qué estamos ahora en un avión? No me veo, ¿dónde estoy? Debo seguir agazapada tras mi miedo. Las risotadas de vuestra conversación me torturan la mente, el brillo en los ojos de ella me taladra el alma, tu sonrisa me atraviesa el corazón. No soporto oíros, no soporto veros y estoy encerrada con vosotros en el mismo avión, me veréis y no voy a saber que hacer. Tendría que preparar el encuentro, provocarlo para poder seguir el guión que tantas veces escribí en mi mente. Me levanto de mi asiento, finjo dirigirme al baño dándoos la espalda. Imagino que no me habéis visto porque sólo tenéis ojos el uno para el otro. ¡Mierda! El baño está ocupado… tres interminables minutos de espera… por fin puedo entrar. Ni siquiera levanto la tapa, sólo me miro al espejo, contemplo cada una de mis arrugas, cada milímetro de sequedad en la piel, cada vestigio de años y lágrimas… tantas que derramé. Respiro hondo y salgo del baño, enfocando con mi miopía vuestras risas, a lo lejos. Definitivamente, no me habéis visto. ¿Vuelvo a sentarme y obvio vuestra presencia? Dos pasos al frente, estoy en mi asiento. Cuando estoy dispuesta a ocuparlo, te giras encontrando mis ojos fijos clavados en ti, arqueas las cejas con un gesto de sorpresa y levantas las manos interpelando mi presencia. Camino sonriendo hacia vosotros, fingiendo el mismo desconcierto…
Acabo de despertarme sudando en las sábanas que compartí contigo, feliz porque todo ha terminado, no ha sido más que un mal sueño. Te busco a mi lado, pero no estás, bajo las manos buscando mi gravidez, pero no la encuentro. Me invade el vacío por lo real de mi pesadilla: ayer no os vi pero me contaron que os habían visto. Ahora se que ya no queda en tu recuerdo ni vestigios de mí. Y yo… ya no te quiero, es cierto, pero, entonces, ¿por qué siento este desasosiego? ¿Por qué he empezado a odiarla? ¿Por qué mi sueño me ha hecho tan desdichada?
Me acurruco en mi cama esperando volver a dormir, volver a preñarme de ti en mis sueños mientras sigo creyendo que soy feliz.

No hay comentarios: