En busca de la excusa...

NEGÁNDOME A BLANDIR MI ESPADA, COMO SI, POR SER EL ÚLTIMO JINETE, TUVIERA EN MIS MANOS EL PODER PARA DESENCADENAR (O NO) EL APOCALIPSIS. EVIDENTEMENTE, EL FIN DE LA HISTORIA NO DEPENDE DE MI, PERO SIGO CABALGANDO POR EL MUNDO, NEGÁNDOME A ACEPTAR QUE NO EXISTE UNA PERSONA BUENA POR LA QUE MEREZCA LA PENA SALVAR DE LA QUEMA AL RESTO, COMO EN SODOMA Y GOMORRA...ASÍ QUE, CADA DÍA QUE APARECE ALGUIEN, MI MUNDO CONSIGUE UN DÍA DE VIDA MÁS.

12 diciembre 2008

Episodios. Parte IV

Para Mario, Carla era toda una estrella. Se conocieron siendo casi niños, cuando todavía los niños salían a jugar a la calle, cuando podías merendar pan con chocolate sin que un ejército de nutricionistas regañara a los padres por potenciar la obesidad infantil. Mario vio a Carla por primera vez en clase de francés, mientras ella jugaba a pasar notas por debajo de la mesa. Desde ese momento supo que esa niña era su chica y no descanso hasta que casi 5 años más tarde ella se tomó en serio sus palabras y decidió salir con el, primero a pasear, después al cine… Hoy hace 13 años de aquella primera cita y Carla enmudece frente al mar. La melodía que lleva meses obsesionándola suena en su cabeza y la hace moverse al compás de las olas, imaginando que es su pelo la espuma blanca que se revuelve al embestir contra las rocas. Le gustaría ser como el mar, libre, para poder chocar una y otra vez y volver con más fuerza, sin perder valor, ni fuerza, ni inocencia.
Mario no la conocía, Mario no veía la fragilidad en ella, veía a una mujer fuerte y decidida. Un compendio de alegría y desparpajo.Se adentro en el agua, para fundirse con ella, para robarle algo de valor, algo de la fortaleza que perdía día a día. Al sentir el frío en sus pies recordó sus primeros días de playa, cuando veraneaba con la familia en algún lugar del sur, cuando el mundo era de color rosa y nada parecía poder perturbar el juego de luces del atardecer. Cuando el agua llegó a las rodillas, no pudo evitar saborear de nuevo el amargo sabor de las primeras lágrimas, cuando el nudo en la garganta no la dejaba tragar, cuando empezó a darse cuenta que quizás todo no fuese color rosa, quizás tuviera de vez en cuando alguna tonalidad gris. El revuelto de olas saladas llegaba a su cintura y empezó a sentirse mas tranquila, como cuando empezó a aceptar el mundo como era y a dejar de llorar por todo...

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