En busca de la excusa...

NEGÁNDOME A BLANDIR MI ESPADA, COMO SI, POR SER EL ÚLTIMO JINETE, TUVIERA EN MIS MANOS EL PODER PARA DESENCADENAR (O NO) EL APOCALIPSIS. EVIDENTEMENTE, EL FIN DE LA HISTORIA NO DEPENDE DE MI, PERO SIGO CABALGANDO POR EL MUNDO, NEGÁNDOME A ACEPTAR QUE NO EXISTE UNA PERSONA BUENA POR LA QUE MEREZCA LA PENA SALVAR DE LA QUEMA AL RESTO, COMO EN SODOMA Y GOMORRA...ASÍ QUE, CADA DÍA QUE APARECE ALGUIEN, MI MUNDO CONSIGUE UN DÍA DE VIDA MÁS.

20 mayo 2013

Personal

Hoy voy a ser yo, si acaso a estas alturas he conseguido vislumbrar quién soy. No lo se, seguramente nunca lo sabré, continuaré escogiendo senderos, segura del camino, segura del destino y a mitad de paso, el vacío.
Había dejado de escribir, mi relación con las letras siempre venía desde la añoranza, la nostalgia, la tristeza. Por fin he podido llorar, llevo semanas deseando hacerlo pero mi lagrimal estaba completamente bloqueado, así que hace dos días desbloqueó y desde entonces lloro sin parar. Me pongo películas para llorar, me pongo canciones para llorar y ahora ya no puedo parar, así que ahora escribo para seguir llorando, a ver si consigo agotar las lágrimas para empezar a hacer productivos mis pensamientos, aunque lo cierto es que no puedo...
Me aterra la idea de volver al punto de partida, después de tantos años escogiendo caminos me veo volviendo al principio, para empezar a aprender de nuevo, solo que unos años más viejo, sin la ilusión de entonces, con la desgana de los fracasos agolpados en la boca de mi estómago. 
Mi corazón se cierra y yo hablo con él a diario intentando convencerle de que tenga esperanza pero ya se rie de mi, se mofa ante mi inocencia, se descojona cada vez que ve asomar una lágrima porque sabe que una vez más tiene razón al cerrarse. Me insta a que regenere la burbuja, a que de nuevo vuelva al espacio estéril del que se nutre la falsa seguridad. Él sabe que tiene razón, sabe que lo mejor para no mojarse es abrir un paraguas gigante y enfundarse en un fastuoso impermeable: no reparar en gastos de protección. La mejor defensa es encerrarse, sellar las grietas con pegamento para barcos y esconderse rezando hasta que haya pasado la tormenta. Y permanecer ahí. Si no abrimos la puerta, ni el viento conseguirá despeinarnos, ni la luz cegará nuestras intenciones, ni el agua borrara las huellas de la despedida. Dicen que hasta la mayor de las tormentas se abre para dar paso al sol, lo que no dicen es que mientras te distraes contemplándolo, vuelven a amontonarse las nubes y, pillándote desprevenido, se agolpan impacientes para volver a inundarte de desesperanza. 
He decidido que mejor voy a dejar de ser yo y voy a volver a ser un alma encapsulada. Sin exposición no hay pérdida, no hay derrota, no hay dolor.

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