En busca de la excusa...

NEGÁNDOME A BLANDIR MI ESPADA, COMO SI, POR SER EL ÚLTIMO JINETE, TUVIERA EN MIS MANOS EL PODER PARA DESENCADENAR (O NO) EL APOCALIPSIS. EVIDENTEMENTE, EL FIN DE LA HISTORIA NO DEPENDE DE MI, PERO SIGO CABALGANDO POR EL MUNDO, NEGÁNDOME A ACEPTAR QUE NO EXISTE UNA PERSONA BUENA POR LA QUE MEREZCA LA PENA SALVAR DE LA QUEMA AL RESTO, COMO EN SODOMA Y GOMORRA...ASÍ QUE, CADA DÍA QUE APARECE ALGUIEN, MI MUNDO CONSIGUE UN DÍA DE VIDA MÁS.

24 julio 2022

Gracias


Por haberme amado como lo hiciste. Por haberme mirado como si no existiera nada ni nadie más. Por haber permitido verme en el reflejo de tus ojos.

Gracias por haberme acariciado como si nunca antes hubieras tocado piel. Por haberme abrazado tanto con el alma. Por haber permitido que me durmiera con una sonrisa tantas veces. 

Gracias por todas las veces que me escuchaste sin responder, porque eso me permitió verbalizar lo que sentía y saber qué necesitaba en cada momento. 

Gracias también por las veces en las que no supiste escucharme, porque eso me permitió mejorar mi comunicación, mi empatía, mi compasión, mi autoescucha y el amor a mí. 

Gracias por todas las veces que me dijiste que sí, tener un compañero de aventuras lo hizo todo más fácil y tremendamente más feliz. 

Gracias por todas las veces que dijiste "vamos" porque me enseñó lo fácil que podía ser mantener la ilusión con la que construir los sueños. 

Gracias por tu sonrisa, faro incandescente en cada oscura noche que conseguiste hacer brillar. 

Gracias por tu disposición siempre, por mostrarme un camino para abrirme al mundo y permitir que el mundo se abriera ante mi. 

Gracias por tus chistes, los buenos y los malos, porque me recordaron lo importante que es reírse, sobre todo de uno mismo. 

Gracias por permitirme verte trabajar incansablemente, porque aprendí a no rendirme y descubrí valor que la disciplina tiene para mi. 

Gracias por tu paciencia, tolerancia, perseverancia, me mostraste un camino a seguir que no había sabido ver. 

Gracias por todas las veces que apoyaste mis ideas y me hiciste sentir acompañada. Y gracias por las veces en las que te posicionaste en contra, por ofrecerme un punto de vista que no había contemplado. 

Gracias por creer en mi, por recordarme tantas veces la persona que soy y que quiero construir. 

Gracias por hacerme de espejo de virtudes y defectos. Me permitieron mirarme de cerca para poder corregirme. 

Gracias también por todos los desencuentros, discusiones, resbalones y veces que no, porque todas y cada una de ellas me han hecho buscar un camino distinto para hacer las cosas y me han permitido crecer y acercarme a esa mujer que quiero ser. 

Gracias por permitirme también poner ladrillitos en esa casa que eres tú, por haberme dejado entrar y ofrecerte algo de mi que hayas querido retener para ti.

Dice Víctor kuppers que nunca te vayas del lado de alguien sin hacer que esa persona se sienta un poco mejor. Espero que mi paso por tu vida, al menos, te haga sentir eso. Tu paso por la mia, desde luego, así ha sido. 

Seguiría... Pero han sido muchos días y tengo buena memoria. ¡No acabaría nunca! 

Y para todas las veces que te dije gracias, la respuesta nunca debió ser "de nada". Nunca es por nada, ofrecer algo tiene su valor. Prueba a responder: "Gracias a ti", "ha sido un placer", "con mi mejor intención"... Y, si no, puedes seguir respondiendo " De nada". Todo está bien  tal y como es. 

Estas letras no necesitan respuesta. (Ni un gracias ni un "de nada" 😉).
Lo escribo porque creo que es importante dejar atrás más amor que dolor y eso pretendo. 

Con amor, 
 

11 diciembre 2021

Montañas rusas

Cuando subes a una no tienes ni idea de lo que te espera. No sabes como serán las subidas, bajadas, las curvas, los giros. Te acoplas inocente el dispositivo de Seguridad que, definitivamente, no hace que te sientas más seguro y empieza la fiesta:

La primera subida es como facilona, piensas que ya está hecho y que podrías volver ha hacerlo decenas de veces más. Pero empiezan las bajadas, las curvas, las caídas al vacío y entonces crees morir en cada giro de sentido y apenas segundos después, todo acaba. 

Algo así como en la vida, solo que los segundos se antojan demasiado largos a veces. 

Sin embargo hay ocasiones, como en la vida, en la que tu aventura de parque de atracciones te lesiona, te rompe por dentro y entonces decides que esa fue la última vez que subiste, que no volverán a convencerte para otra. 

Años después llega alguien que te enseña una atracción nueva, te engatusa con las mieles de las nuevas emociones y es entonces cuando recuerdas que estuviste rota y que tardaste tanto en curar que quizás no merece la pena por un ratito de nada. 

09 septiembre 2021

Una de sábanas revueltas y letras oxidadas

Anoche soñé contigo, soñé que volvías y revolvías mis sábanas como solías hacerlo. Tu voz al otro lado despertó mis recuerdos. Una vida pasada o varias ya, momentos infinitos de risas cómplices y miradas furtivas, de manos bajo la mesa, de besos en el cuello, de caricias sin prisa. Los sábados eran nuestros, los domingos vivías tu otra vida, esa en la que decidiste quedarte. 

Ha pasado mucho tiempo, tanto que olvidé tu olor, ese que dije que jamás olvidaría. Curiosa la vida, nos negamos a aceptar que todo pasa, pretendemos retener en algún lugar lo incontenible: !un olor! !ya ves!

Tus rizos desparramados por la almohada, tu piel suave envolviendo mi pelvis, tus pechos sobre mi nariz...  Guárdalo en ese frasco que decías tener, quédatelo. Yo también me quedé en la otra vida, esa en la que tú no estás, en la que mis noches son quizás menos divertidas pero más tranquilas. Nadie revuelve ahora mis sábanas. Sólo tu voz ha revuelto hoy mis pensamientos. 

Me vuelvo a dormir, le pido a mis sueños que te despidan en la puerta. Mañana todo habrá pasado, tú habrás vuelto a tus domingos y yo seguiré quedándome siempre en los sábados.

18 febrero 2020

Ha llovido, no mucho, pero algo sí

Más de dos años han pasado, casi tres, no es mucho o sí. Un gran, grandísimo amor, varios viajes, alguna ruptura y una nueva incertidumbre. Escribo para aliviar el dolor, una amiga me lo dijo. Ya no me apetece, hace tiempo que no. Huyo de la nostalgia y la languidez, prefiero anestesiarme con televisión o centros comerciales o quizás pasear por la playa, que da mucha claridez mental. 

Ahora sólo quiero centrarme en mi, aprender a cuidar sin descuidarme; a disfrutar sin derrochar; a pedir, a querer sin perder el norte, a dejar de vivir una vida a medias y vivirla plena de una vez. 


Quiero que los fantasmas que siempre acompañaron mis días se vayan, abandonar el dolor pasado de una vez y abrirme al disfrute presente y el momento presente, que es lo único que hay. 


Y ya no quiero escribir más, quiero dejar de pensar, sólo quiero vivir. 


17 marzo 2017

Soy todas las cosas

Soy todas las cosas que ves en mi.
La voz huraña, la sonrisa extrovertida; la actitud sociable pero tímida; la optimista permanente y pesimista diaria. La que se enfada, la que te cuida, la que no quiere verte y no puede dejar de hacerlo un sólo día.

Soy todas las cosas que ves en mi. Esas que a veces te gustan y otras no tanto. Esas que hacen que sea solo yo la que hoy recibe tus mejores abrazos.

Soy todas las cosas que ves en mi, las que algún día fueron y las que serán. Esa que nunca jamás dejará de perseguir sus sueños. La que busca para encontrarse y cuando se encuentra vuelve a perderse. 

Solamente yo. Un puzzle de mil piezas regadas por los continentes que visite, por las almas a las que amé. Un corazón cicatrizado una y mil, o cien. Ninguna como la primera, porque la última siempre es mejor que la anterior.




23 mayo 2014

Nada es para siempre

Hace una vida soñé que llegaría el día en que dejaría de echarte de menos. Imaginaba que te habías desvanecido de mis pensamientos como niebla matutina, sin darme apenas cuenta. Hace al menos media vida, fantaseaba con la idea de que quizás no tuviera que acordarme de olvidarte, que media vida habría bastado para aprender a amarte, a amarnos, a desfibrilarnos mutuamente para saber amar sin congestión, sin dolor. Pero media vida no es suficiente. ¿Qué es media vida en la vida de un alma? ¿qué es un grano de arena en una playa? ¿una gota en un océano? Hace un cuarto de vida me resigné a la idea de perderte, a la inútil ilusión de que podría olvidarte y acepte dejar pasar el tiempo para que los minutos se llevaran tus recuerdos. Hoy me doy cuenta que puede que pase otra vida olvidando recordarte, que puedo esforzarme por hacerte desaparecer de mis emociones pasadas, pero que quizás hay conexiones que requieren de más de una vida, puede que más de varias y la única opción es dejar que pase el tiempo y vivir con la consciencia de que todo ocurre por alguna razón... o no...

20 mayo 2013

Personal

Hoy voy a ser yo, si acaso a estas alturas he conseguido vislumbrar quién soy. No lo se, seguramente nunca lo sabré, continuaré escogiendo senderos, segura del camino, segura del destino y a mitad de paso, el vacío.
Había dejado de escribir, mi relación con las letras siempre venía desde la añoranza, la nostalgia, la tristeza. Por fin he podido llorar, llevo semanas deseando hacerlo pero mi lagrimal estaba completamente bloqueado, así que hace dos días desbloqueó y desde entonces lloro sin parar. Me pongo películas para llorar, me pongo canciones para llorar y ahora ya no puedo parar, así que ahora escribo para seguir llorando, a ver si consigo agotar las lágrimas para empezar a hacer productivos mis pensamientos, aunque lo cierto es que no puedo...
Me aterra la idea de volver al punto de partida, después de tantos años escogiendo caminos me veo volviendo al principio, para empezar a aprender de nuevo, solo que unos años más viejo, sin la ilusión de entonces, con la desgana de los fracasos agolpados en la boca de mi estómago. 
Mi corazón se cierra y yo hablo con él a diario intentando convencerle de que tenga esperanza pero ya se rie de mi, se mofa ante mi inocencia, se descojona cada vez que ve asomar una lágrima porque sabe que una vez más tiene razón al cerrarse. Me insta a que regenere la burbuja, a que de nuevo vuelva al espacio estéril del que se nutre la falsa seguridad. Él sabe que tiene razón, sabe que lo mejor para no mojarse es abrir un paraguas gigante y enfundarse en un fastuoso impermeable: no reparar en gastos de protección. La mejor defensa es encerrarse, sellar las grietas con pegamento para barcos y esconderse rezando hasta que haya pasado la tormenta. Y permanecer ahí. Si no abrimos la puerta, ni el viento conseguirá despeinarnos, ni la luz cegará nuestras intenciones, ni el agua borrara las huellas de la despedida. Dicen que hasta la mayor de las tormentas se abre para dar paso al sol, lo que no dicen es que mientras te distraes contemplándolo, vuelven a amontonarse las nubes y, pillándote desprevenido, se agolpan impacientes para volver a inundarte de desesperanza. 
He decidido que mejor voy a dejar de ser yo y voy a volver a ser un alma encapsulada. Sin exposición no hay pérdida, no hay derrota, no hay dolor.

17 diciembre 2012

Un cuento de vuelta



           Cuando era niño creía en las hadas. Mi cuento favorito era Peter Pan. Una vez se lo dije a mi mejor amigo del colegio y se rió tanto de mi que dejé de hablarle. Ojalá pudiera aun creer en las hadas. Le pediría a Campanilla que trajera sus polvos mágicos para hacer que Ana olvidara que quiere dejarme. Anoche le pedí que se quedara a dormir por última vez. “No voy a cambiar de opinión”- me dijo, pero se quedó. Ni siquiera tuve el valor de intentar hacerle el amor, estaba demasiado desanimado. Ana se iba después de tres años y yo no podía hacer que eso no ocurriera. No había pegado ojo en toda la noche. La oía respirar a mi lado y repasaba mentalmente cuantas cosas habían pasado entre nosotros en todo ese tiempo. No se en qué momento de nuestra historia conseguí dormirme. Me despertó el olor a café. Ana se había levantado temprano y la oía trastear por la casa. Me engañé pensando que quizás preparaba el desayuno, ¿un picnic para la montaña, quizás? Sabía que no, que recogía sus cosas, tal y como me había dicho, para desaparecer de una vez de mi casa y de mi vida. Hacía algunas semanas que sabía que aquello llegaría y durante ese tiempo no había hecho nada por evitarlo. Es curioso, no siento mucho dolor. Durante los últimos días, desde que me lo dijo, he intentado llorar pero no he podido y, aún así, me encantaría que apareciera Campanilla con sus polvos mágicos. Eso, o que me llevara al país de nunca jamás para seguir siendo siempre joven, si es que aún lo soy. Es como si aceptara el fin de una etapa en la que Ana ya no puede estar... o quizás es que no quiero aceptarlo nunca jamás.

19 julio 2012

Academia Platón



Javier contemplaba por undécima vez aquel edificio. Llevaba toda la tarde rondándolo. Varias veces se había acercado a la puerta acristalada sin atreverse a hacer sonar el timbre. De nuevo sacó de su bolsillo el recorte del periódico del domingo y releyó: 
                         
“Academia Platón. 
Todo en ciencias y artes. 
Podemos enseñarle cualquier cosa que usted quiera aprender”. 
                
Dobló cuidadosamente el recorte y volvió a guardarlo. Contempló la fachada de la academia. A simple vista no difería mucho de ninguna otra que hubiera visto o hubiera intentado visitar ya. Trató de retener la vana esperanza que le había llevado ante aquella puerta, sin ella no sería capaz de entrar. Inhaló profundamente, contuvo el aire unos instantes y volvió a exhalar, obligándose a desprenderse también del miedo. Avanzó hacia la puerta decidido, recordando con cada paso los momentos que le habían llevado a aquella situación. Recordaba las últimas semanas que pasó con su madre, en cada vez que no estuvo cuando debió, en la agonía, el dolor, la desesperanza, en el último y tardío adiós. Pensó en su padre, en el día en que también llegó tarde para decir adiós, siempre pendiente del trabajo, de sus pasatiempos, de sus necesidades. Añoraba con tristeza cuantos amigos dejó atrás. Pero pensaba sobre todo en Marta, en la última vez que la vio, en el día en que ella le dijo que sería la última vez, en todas las veces que la echó de su lado para decirle de nuevo que volviera. Echaba de menos las cosas que nunca hizo con ella, todas las veces que no la amó, todas las ocasiones en las que ella le había necesitado. No había vuelto a verla. No había conseguido olvidarla.
Su silueta se reflejaba ya en las letras doradas. Levantó el brazo dispuesto a hacer sonar el timbre. Alguien abrió apresuradamente la puerta para salir y le increpó: -¿Vas a entrar?
Javier asintió indeciso y cruzó el umbral. Llevaba en sus manos un impreso descargado de la red y cumplimentado cuidadosamente en mayúsculas. Lo abrió para leerlo antes de depositarlo en el buzón de “nuevas solicitudes” que encontró en el mostrador.
Satisfecho, salió del edificio. Una sonrisa se leía en sus ojos. A partir de ahora su vida cambiaría. Por fin aprendería a dejar de equivocarse.